miércoles, 24 de octubre de 2012

Haciendo Historia: Ningunos lápices (Parte 2)


Del 77’ al 98’, que es donde retomaremos esta secuencia histórica, a Japón le costó mucho tener jugadores que pudieran insertarse en la escala global. Solo tres habían tenido éxito en llegar al viejo continente y con suerte dispar. Pero la situación había cambiado bastante en la isla donde el fútbol siempre tuvo interés, pero nunca pudo hacerse parte de la rutina, la vida diaria. En primer lugar, los equipos dejaron de ser ese grupo de operarios entusiastas mas algún extranjero rentado que representaban megaempresas. La J-League aglutinó a esas megaempresas y empezaron a bancar a equipos enteramente profesionales, compuestos de jugadores nativos mas estrellas extranjeras en declive, lo que acercó a la gente mas al futbol. Además, empezó a pagar dividendos un sistema de formación de juveniles basados en el sistema escolar, lo que sumado a lo anterior, permitió que Japón llegara por primera vez a un mundial. La próxima etapa de desarrollo era que esos jugadores pudieran dar un salto de competitividad en nuevas pasturas
La Beckhamización de Nakata

A pesar del sapo de Kazu como antecedente inmediato, hubo un equipo italiano que volvió a buscar a un jugador nipón para volver a militar en la Serie A. El club: Perugia, el jugador Hidetoshi Nakata. Para esa época, Nakata no solo era un tipo con peinados excéntricos y colores varios. Era un jugador que era de lo mejor en su continente, venía de jugar un buen mundial (Francia 98’) tenía solo 21 años, era buen pasador y un fantástico rematador con pelota en movimiento. El presentimiento no falló. Nakata se convirtió en un modelo para todos los jugadores asiáticos dentro y fuera del campo. Fuera del campo porque se convirtió en una especie de Beckham asiático y cara marketinera de Japón ante el mundial que organizara frente a Corea en 2002. Dentro de él, 10 goles en su primera temporada, le valieron el pase a la Roma, donde ganó un título junto al Bati y Totti. Después el Parma puso 27 millones de euros y jugó bastante bien, pero su nivel cayó y para el 2003 fue a préstamo al Bologna, un año después a la Fiore y otro año después estaba en el Bolton inglés. Después de un olvidable mundial para Japón en 2006, a los 29 años colgó los tinbos. Pero es justo decir que para el emergente mercado asiático, Nakata estuvo en el momento justo en el lugar ideal antes que nada por lo que hizo en la cancha

Le pegaba con un broli
Mientras Nakata brillaba en el Parma, otro compatriota empezaba a hacer carrera a su sombra en Italia, aunque no por eso fue menos exitoso: Shunsuke Nakamura. Nakamura, cuyos antecedentes eran tener un asteroide a su nombre (si, ud. leyó bien: un puto ASTEROIDE), y dentro del campo dejuego era un enganche de gran visión de juego y pegada finísima depelota parada, surgió del Yokohama Marinos y después de que Troussier lo dejara fuera del mundial del 2002 por no encajar en su esquema, armó las valijas y se fue a Reggina, donde estuvo seis meses a préstamo hasta que el club italiano compró su pase.  Mantuvo un buen nivel, pero no lograría tener un impacto muy grande. De todos modos, fue suficiente para atraer a varios equipos importantes de Europa y terminó recalando en el Celtic. Su buen juego y enorme calidad para los tiros libres, lo convirtieron el favorito instantáneo de la hermosa gente de la mitad católica de la Old Firm. En ese período, se convirtió en el primer jugador japonés en anotar en el formato moderno de Champions League, un gol memorable de tiro libre suyo ante el Manchester United le permitió pasar de fase al Celtic por primera vez en la historia del formato moderno de la misma competición.
Vencido una vez su contrato con ese equipo escocés, Nakamura quiso volver al Yokohama, pero no lo dejaron, bajo la sospecha de que Shinsuke estaba roto. En su lugar fue a Espanyol y Shinsuke jugó poco y nada, confirmando que estaba roto. Fue su último paso por Europa, ya que volvió a Japón, al mismo tiempo que se retiró de su selección después del mundial en Sudáfrica igual que el Chino Garcé


Ningún muñeco
¿Mala leche? Ni ahí
Llega la hora de la amnistía para alguien, fácilmente vilipendiado en este lado del mundo. Con menos éxito y brillo, pero al mismo tiempo que Nakamura, llegamos al tercer jugador japonés  en la historia de la Bundesliga, retomando un camino abierto hace mucho por Okudera y Ozaki y que marcó el sendero para muchos que llegaran después a tierras teutonas y lo hicieron con un éxito mucho mayor con la que lo hizo el propietario de la temática de este párrafo. Si ud. es hincha de B*ca se cegará y no entenderá ni los motivos anteriores ni que aquí hablamos de japoneses  que dejaron de alguna marca su marca en Europa y probablemente me vayan a buscar a Segurola y Habana 4310 octavo Piso rompan el monitor en un par de líneas. Hablo de ese hombre que un pasquín deportivo argento bautizó “Van Pasten”. Si, Naohiro Takahara. Después de que lo limpiaran y se fuera con el cartelito de “Tongo precursor del MetroBus” “Negociado de Mauri”, volvió a Japón por poco tiempo y se fue para jugar en el Hamburgo, un equipo más que respetable.  Su paso de tres años por ese club dejó 13 goles en 97 partidos, pero su posterior paso por el Eintracht Frankfurt dejó 18 tantos en 49 partidos en un año y medio (después de liderar el ataque japonés en el mundial de Alemania) permitió forjar grata imagen de Taka, le valió el cariño de la gente que hasta le dedicó un cantito que no me puedo sacar de la cabeza. Incluso, el bueno de Taka, saltaba igual que la gente durante el canto. Luego, se volvió a Japón, jugó en Corea y aún sigue en Japón. Después del paso de Taka, de alguna manera un montón de jugadores de la tierra de los Samurais Cellay vieron como se les abrían las puertas de Alemania y hacia allí acudieron en masa.

Hasta aquí contamos historias de éxito de japoneses en Alemania e Italia (leve excepción de Nakamura) que podrían dar la idea al lector de una especie de cooperación pos-Segunda Guerra Mundial en el plano futbolístico de las potencias del eje (?). Pero había ponjas en otras ligas grandes corriendo suerte levemente dispar a la de sus compatriotas mas ilustres, pero con momentos a veces destacables, a veces olvidables. Como por ejemplo Junichi Inamoto. Contratado para llegar a la Premier y nada mas ni nada menos que para jugar en el Arsenal de Grondona Wenger (Quien trabajara un tiempo en Japón), ni jugó ni un minuto allí. Después pasó al Fulham, donde anduvo mas que bien, hasta que se rompió todo jugando para su selección. Después fue al West Bromwich, donde empezó mal, fue a préstamo al Cardiff y allí volvió a retomar su nivel. Pegó pase al Galatasaray por un año, se reunió con su antes mencionado compatriota Takahara en el Eintracht y antes de volver a Japón, jugó en el Rennes
Menos afortunado y prolífico que Inamoto era un joven enganche destinado a un futuro brillante, Shinji Ono, que llegó al Feyenoord en Holanda y llegó a tener un éxito efímero en esa liga convirtiéndose en el primer japonés en ganar un trofeo europeo (Copa UEFA 2002). Lástima que al toque se rompió todo y se tuvo que volver a Japón. Después, el oriundo de Hokkaido volvió a Alemania con el Bochum, pero siempre roto.
 En el  mismo tenor que Ono, Shoji Jo rompía redes de pibe en todo Japón, pero ni siquiera tuvo una temporada completa en el Valladolid porque se hizo bosta la rodilla. E incluso antes que eso ni le había ido bien. Pero nadie le quitaría el privilegio de ser el primer japonés en jugar en la Liga española.
Por último, cuando Philippe Troussier, asumió funciones en el Olympique Marsella, se acordó de que había dirigido a Nakata. Pero no de Hidetoshi, sino de Koji, también conocido como “El otro Nakata”. Volante de contención, también dado a trabajar algunos puestos de la defensa, tuvo un paso olvidable por Le Championnat (mayormente porque Troussier duró lo que un pedo en una canasta). Pero se fue a Suiza y tuvo un buen paso.

Hoy por hoy el fútbol doméstico japonés se ve debilitado por la mentalidad dominante de otros años, donde se ve a Europa como la meca del fútbol, con muchos jugadores en ligas falopa como Colombia, Bolivia y Jamaica Letonia, Estonia, Croacia, Dinamarca y el ascenso europeo y que podrían fortalecer la liga local y la salud del fútbol en su tierra. Pero a su vez hay jugadores encumbrados como Yuto Nagatomo en el Inter, uno de los mejores laterales de la actualidad aunque igual no pudo jubilar a Zanetti o la nueva joyita del Manchester United Shinji Kagawa, un fantástico jugador cuya carrera será arruinada por Ferguson, que siguiera el camino del lejano Okudera o el mas cercano y entrañable Taka y llegara al viejo mundo vía Germania.



Por ahí dejaron de ver y soñar dibujitos y ponerse a patear, porque se dieron cuenta que, como dicen en algunos lugares de Sudámerica, si se puede

lunes, 22 de octubre de 2012

La otra mitad de la Ignominia: Que pasó con la Copa Sudaca

La otra mitad de la Ignominia
Pasó la fecha de las eliminatorias de cara a Brasil 2014 y la Confederación Sudamericana tiene ahora para ofrecer la Copa Sudamericana. Lo que preocupa en los HeadQuarters del ente rector del fútbol sudaca es que la Copa Sudamericana entre el público futbolero, "La Otra Mitad de la Gloria", suscita un interés minúsculo, que es lo mismo que decir que le chupa un huevo, incluso a aquellos equipos que participan. Por ejempo, el flamante DT de Independiente Ámerico "Termidor" "Tolo" Gallego, cuando le notificaron que su equipo debía recorrer la módica distancia de 201 km. desde Avellaneda a Montevideo para enfrentar a Liverpool en La Provincia de Uruguay se quejó ante un pasante que sirve café en la redacción de Tocuén es Fulbo que "Esa copa no esiste, aparte el Buquebú ese se mueve todo".

Por ese motivo, en Asunción están planeando maneras de darle mayor atractivo a la Copa Sudamericana. Consultado por el hijo de un amigo que estudia periodismo deportivo y que lo metimos en la redacción de Tocuén es Fulbo de onda, un dirigente cercano a Leoz indicó que "las opciones son muchas, desde que los jugadores usen pantalones ajustados y se pongan un bollo de medias en la entrepierna para atraer al público feminino, hasta ponerle protectores y cascos y que jueguen con una bocha ovalada para vender los derechos  de televisación en Estados Unidos" Por otro lado indicó que también consideraban la posibilidad de opciones mas cercanas a Hollywood para "Agregarle un poquito de morbo, vistes?, a la gente le gusta" como "que haya romances tipo Secreto en la Montaña, la de los vaqueros putos o que haya tiros dentro de la cancha, pero sería darle mucha ventaja a jugadores como Centurión (Ricardo, jugador de Racing) o Viatri (Lucas, jugador de Boca). Además, los tiros ya están en las tribunas" o al Imperio Romano "Metemos un par de leones en la cancha. Peor que un planchazo de Lembo o el Chiqui Perez no pueden ser". De todos modos ante las últimas posibilidades mencionadas, el dirigente indico que "Si hay que garantizar violencia, metemos un par de equipos uruguayos mas y listo" Ante las especulaciones, el dirigente desmintió algunas versiones "no es la idea ni prender fuego las pelotas ni tampoco poner a minas a jugar en lencería. Las del fútbol femenino no calientan ni a un conejo en celo"

Llegó un rumor de un pariente del entrañable Pirincho, que es gasista matriculado y hace las instalaciones de garrafas en la redacción de Tocuén es Fulbo que un conocido empresario televisivo y que vicepreside un equipo mal llamado grande en Argentina acercó la idea de conformar planteles participantes en el torneo con "tipos con capacidades mentales y físicas diferenciales y donde haya puterío constante" que según él dice que "le permite seguir currando con chivos millonarios en la TV Argentina" recibió como respuesta que "A Boca no lo van a volver a invitar" y que si copia ese modelo para su club "va a repetir lo del Badajoz y ni hablar de ganar la Copa"

Nota de Tocuén es Fulbo: Queda claro que todo lo que dice arriba es pura bosta igual que la Copa Sudamericana  y que hay que ser muy boludo para creerlo

viernes, 19 de octubre de 2012

Haciendo historia: Ningunos lápices Parte 1


Japón y el fútbol. Relación extraña si las hay. El fútbol lápiz japonés solo lleva de profesionalismo 20 años en su liga y el primer contacto que muchos de nuestra generación tuvimos con este fútbol fue con ese animé llamado Supercampeones, lo cual implica que hay una generación entera de siomes que si les preguntan quienes fueron los primeros japoneses en jugar en Europa responderán con certeza que fueron Aoi Shingo, Steve Kyuga y Benji Price. Algunos, que todavía mantenemos algún punto de contacto con la realidad crecimos viendo el fútbol italiano de la segunda mitad de los 90’ recordaremos a ese exótico Nakata o antes a Kazu Miura en el menor de los casos. Entonces, para no ahondar en África o tras la cortina de hierro, nos correremos de allí bocha (?) mas hacia el oriente y la idea es que el repaso de aquellos nipones que trascendieran en Europa, de alguna manera nos ayude a hacer un somero, pero sustancioso repaso de la historia del juego en la tierra del sol naciente y a su vez, nos llevemos alguna sorpresa.

"Bigoten" Okudera en Colonia
Hasta la creación de la J-League, el fútbol japonés básicamente estaba compuesto por aquellas compañías, que armaban equipos de fútbol para dar un rato de esparcimiento a sus trabajadores  fuera del horario laboral. Es decir que, los tipos salían de laburar e iban a jugar por amor al juego, aunque también a algunos extranjeros solo se les pagaba por jugar. Una de esas compañías era la Furukawa Electric que por el año 1977 organizó una gira para que los muchachos de la compañía se nutrieran del por ese entonces poderosísimo futbol alemán. Un mediocampista zurdo, veloz y buena capacidad para centrar pelotas de nombre Yasuhiko Okudera, causó buena impresión y le ofrecieron quedarse a jugar profesionalmente en el Koln. Enorme salto dio Okudera, porque no solo se convirtió en el primer jugador profesional japonés, sino que también lo hizo en un equipo de los que peleaba una liga de las mas poderosas en Europa en ese entonces, jugando a la par de Littbarski y Harald Schumacher por ejemplo.  No solo eso, sino que ganó la primer liga que jugó con el Colonia, amén de ser también fue el primer jugador nipón en anotaren competencias europeas ante el Nottingham Forest, en otro lugar que la historia le guardó desde el lado equivocado a Peter Shilton. Mas allá de lo que fue el hito histórico, ese gol desde el banco del hombre nacido en Kazuno permitió a los teutones pasar a la final de la Copa Europea.
Cuando el entrenador que lo dejó en Alemania se fue del Koln, pasó un año por el Hertha en la segunda división alemana, pero a la temporada siguiente pasó al recién ascendido a la Bundesliga Werder Bremen. Allí tuvo su mejor momento en la tierra del chucrut, de la mano de un entrenador que lo cambió de banda y le sacó sus mejores rendimientos. Ese entrenador era un tal Otto Rehhagel, que entre otras cosas logró la increíble hazaña de sacar a Grecia campeón de la Eurocopa 2004. Despues de once años en los que jugó 259 partidos con 34 goles, Okudera volvió a su Furukawa Electric querido, pero no como operario, sino como el primer jugador japonés profesional en jugar en su país en la historia, en lo que fue la piedra fundacional para profesionalizar el futbol en ese conjunto de islas.

Ozaki: Delantero, Autopartista, Fantasma de la Ópera
A pesar de la prolífica campaña de Okudera en Alemania, no alcanzó para que en Europa el jugador japonés deje de ser considerado como exótico, pero por sobre todas las cosas, las condiciones en Japón no habían cambiado para que sigan la perdurable huella que dejó Okudera., donde la Copa Intercontinental y otros clubes de renombre  y reputación global, metían mas 50.000 personas, pero no se reflejaba en el día a día amateur en la isla buque insignia de la tintorería (?). A pesar de esto, el Arminia Bielefeld en 1983 se la jugó por un tipo que laburaba en la Mitsubishi Motors y  había demostrado una gran velocidad y una gambeta picante en el mundial juvenil de 1979. Ese tipo era un tal Kazuo Ozaki, que se convirtió en el segundo japonés en jugar en la Bundesliga. Ozaki dejó buena impresión en el Arminia, donde jugó 113 partidos con 18 tantos y contó con la particularidad de que fue uno de los primeros en usar mascarillas para protegerse de una fractura nasal. Después jugó 6 partidos en un año en el siempre entrañable St. Pauli y después no jugó en el año que estuvo en Dusseldorf. Volvió de Honda a la Mitsubishi Motors y llegó a jugar en el ocaso de su carrera como profesional en la novedosa J-League en el Urawa Red Diamonds (continuador del equipo de Mitsubishi) y en el Verdy Kawasaki.

"Peluca" Miura: Inspiró a Neymar
Para cuando Okudera y Ozaki habían vuelto su país para la reinserción laboral a colocar (entre muchos otros) la piedra basal para la fundación de la J-League, en Brasil había un muchachito japonés que sería fundamental en la historia del fútbol de este país y que, ansiosamente o no, ya había empezado su camino mucho antes. Kazuyoshi Miura, ante la escasa perspectiva de jugar profesionalmente en su país, largó todo en la secundaria e intentando el mismo camino de Okudera, pero en otro entorno, recaló en la academia Juventus en Brasil jugando once y futbol sala, donde dominó sucaracterística Padalinha y pulió su pegada. Tiempo después (en 1986), firmó para el Santos siendo un pibe de 19 años donde debutó con Pelé. Allí jugó en varios clubes de renombre como el ya mencionado Santos, Palmeiras o Coritiba. Regresó a Japón con la profesionalización del fútbol y creación de la J-League y se convirtió en la primera mega estrella japonesa de fútbol y dicen que fue donde se inspiró la historia de Oliver Atom en la antes citada serie “Supercampeones”. Todo venía joya hasta la “catástrofe de Doha”, donde Japón empató inexplicablemente ante Iraq sobre la hora, un partido que ganando ante ese rival eliminado lo clasificaba por primera vez en la historia a un mundial (USA 94’). La cuestión es que ese era el primer equipo enteramente profesional en la historia del país y había muchas expectativas, por lo que casi todos sus integrantes quedaron estigmatizados. En un golpe de efecto mediático (Y para poder entrar en esta reseña), el ya “King Kazu” se fue a la Serie A, a jugar al Genoa, en la temporada 94/95, a desensillar hasta que aclare en su patria. Si bien fue el primero (junto al volante Nanami en Venecia), el humo mediático no pudo disipar el flojo rendimiento de Kazu. 21 partidos, un gol (en un clásico ante la Samp), dejaron sabor a poco. El resto es historia: volvió a Japón, volvió a Europa (Croacia), volvió a Japón, jugó en Australia, nunca jugó un mundial por internas, sigue jugando profesional a sus 45 años y al cierre de esta edición estaba en la selección de futsal  de Japón.

Kazuyoshi Oliver Miura Atom



Para esta altura, Japón, ya había recorrido bastante bien el camino de profesionalización del futbol. De la mano de extranjeros ilustres, si, como Ramón y nuestro adorado doctor Bilardo, pero con el aporte incuestionable de estos protoprofesionales (?) futbolistas japoneses, cuyo progreso ha acompañado el desarrollo de la actividad en su país. Pero el fútbol, como todo, se globarizaría. Y sería una buena oportunidad para muchos de los jugadores de esta tierra de empezar a dejar una marca perdurable en el viejo continente. Obviamente en la entrega que viene

martes, 9 de octubre de 2012

19 de Diciembre de 1971 - Roberto Fontanarrosa

Después de un largo parate, me saqué las ganas de hacer algo como lo de los dos posts anteriores (y que espero tener la constancia de seguir haciendo) calculo que volveré a las historias de continentes negros y cortinas de hierro que solía ocupar este espacio binario (?). Dejo un cuento para retomar la senda de lo que hacía anteriormente, a la espera de los otro.

Vengo de Rosario de ver a Vélez con mi hermano (justamente nació 7 años después de la fecha que da nombre a la pieza literaria asunto del artículo) y un amigo y la verdad que es un lugar que, personalmente, me resulta poco grato debido a la cantidad intolerable de termocefalia que flota en la atmósfera de la Chicago Argentina. Este cuento refleja esa termocefalia de la mano de uno los tipos que mejor entendió el folklore del fútbol, desde lo amateur dentro del campo y desde el tablón, mezclando en este caso la realidad con la ficción, y un referente de la cultura argentina como Fontanarrosa. Sin mas, los dejo con la narrativa.




Sí yo sé que ahora hay quienes dicen que fuimos unos hijos de puta por lo que hicimos con el viejo Casale, yo sé. Nunca falta gente así. Pero ahora es fácil decirlo, ahora es fácil. Pero habla que estar esos días en Rosario para entender el fato, mi viejo, que hablar al pedo ahora habla cualquiera.


Yo no sé si vos te acordás lo que era Rosario en esos días anteriores al partido. ¡Y qué te digo “esos días”! ¡Desde semanas antes ya se venía hablando, del partido y la ciudad era una caldera, porque eso era lo que era la ciudad! Claro, los que ahora hablan son esos turros que después vos los veías por la calle gritando y saltando como unos desgraciados, festejando en pedo a los gritos y después ahora te salen con que son... ¿qué son?... moralistas... ¿De qué se la tiran, hijos de mil putas? Ahora son todos piolas, es muy fácil hablar. Pero si vos vieras lo que era la ciudad en esos días, hennano, prendías un fósforo y volaba todo a la mierda. No se hablaba de otra cosa en los boliches, en la calle, en cualquier parte. Saltaban chispas, te aseguro. Y la cosa arrancó con el fato de las cábalas. O mejor dicho, de los maleficios.


—Hay que entender que no era un partido cualquiera, hermano, era una final final. Porque si bien era una semifinal, el que ganaba después venía a jugar a Rosario y le rompía el culo a cualquiera. Fuera Central como Ñul, acá le hacía la fiesta a cualquiera. ¡Y cómo estaban los lepra! ¡Eso, eso tendrían que acordarse ahora los que hablan al reverendo pedo y nos vienen a romper las pelotas con el asunto del viejo Casale! ¿No se acuerdan esos turros cómo estaban los lepra? ¿No se acuerdan ahora, mi viejo? Había que aguantarlos porque se corrían una fija, pero una fija se corrían, hermano, que hasta creo que se pensaban que nos iban a llenar la canasta. No que sólo nos iban a hacer la colita sino que además nos iban a meter cinco, en el Monumental y para latelevisión. ¡Pero por qué no se van a la concha de su madre! ¡Qué mierda nos van a hacer cinco esos culosroto! ¡Así se la comieron doblada! ¡Qué pija que tienen desde ese día y no se la pueden sacar!


Pero la verdad, la verdad, hermano, con una mano en el corazón, que tenían un equipazo, pero un equipazo, de padre y señor mío. Hay que reconocerlo. Porque jugaban que daba gusto, el buen toque y te abrochaban bien abrochado. Estaba Zanabria, el Marito Zanabria; el Mono Obberti ¡Dios querido, el Mono Obberti, qué jugador! Silva el que era de Lanús, el albañil. ¡Montes! Montes de cinco; Santamaría el Cucurucho Santamaría, qué sé yo, era un equipazo, un equipazo hay que reconocer, y la lepra se corría una fija. ¿Sabés cuántos había en la ruta a Buenos Aires, el día del partido? Yo no sé, eran miles, millones, yo no sé de dónde habían salido tantos leprosos. Si son cuatro locos y de golpe, para ese partido, aparecieron como hormigas los desgraciados. Todos fueron. ¡Lo que era esa ruta, papito querido! Entonces, oíme, había que recurrir a cualquier cosa. Hay partidos que no podés perder, tenés que ganar o ganar. No hay tutía. Entonces si a mí me decían que tenía que matar a mi vieja, que había que hacer cagar al presidente Kennedy, me daba lo mismo, hermano. Hay partidos que no se pueden perder. ¿Y qué? ¿Te vas a dejar basurear por estos soretes para que te refrieguen después la bandera por la jeta toda la vida? No, mi viejo. Entonces, ahí, hay que recurrir a cualquier cosa.


Es como cuando tenés un pariente enfermo ¿viste? tu vieja, por ejemplo, que por ahí sos capaz hasta de ir a la iglesia ¿viste? Y te digo, yo esa vez no fui a la iglesia, no fui a la iglesia porque te juro que no se me ocurrió, mirá vos, que si no... te aseguro que me confesaba y todo si servía para algo. Pero con los muchachos enganchamos con la cuestión de las brujerías, de la ruda macho, de enterrar un sapo detrás del arco de Fenoy, de tirar sal en la puerta de los jugadores de Ñubel y de todas esas cosas que siempre se habla. Por supuesto que todas las brujas del barrio ya estaban laburando en la cosa y había muñecos con camiseta de Ñubel clavados con alfileres, maldiciones pedidas por teléfono y hasta mi vieja que no manya mucho del asunto tenía un pañuelo atado desde hacía como diez días, de ésos de “Pilato, Pilato, si no gana Central en River no te desato”. Después la vieja decía que habíamos ganado por ella, pobre vieja, si hubiera sabido lo del viejo Casale, pero yo le decía que sí para no desilusionarla a la vieja.


Pero todo el fato de la ruda macho y el sapo de atrás del arco eran, qué sé yo, cosas muy generales, ya había tipos que lo estaban haciendo y además, el partido era en el Monumental y no te vas a meter en la pista olímpica a enterrar un sapo porque vas en cana con treinta cadenas y no te saca ni Dios después, hermano. Entonces, me acuerdo que empezamos con la cosa de las cábalas personales. Porque me acuerdo que estábamos en el boliche de Pedro y veníamos hablando de eso. Entonces, por ejemplo, resolvimos que a Buenos Aires íbamos a ir en el auto del Dani porque era el auto con el que habíamos ido una vez a La Plata en un partido contra Estudiantes y que habíamos ganado dos a cero. Yo iba a llevar, por supuesto, el gorrito que venía llevando a la cancha todos los últimos partidos y no me había fallado nunca el gorrito. A ése lo iba a llevar, era un gorrito milagroso ése.El Coqui iba a ir con el reloj cambiando de lugar, o sea en la muñeca derecha y no en la izquierda, porque en un partido contra no sé quién se lo había cambiado en el medio tiempo porque íbamos perdiendo y con eso empatamos.o sea, todo el mundo repasó todas las cábalas posibles como para ir bien de bien y no dejar ningún detalle suelto. te digo más, estuvimos parados en la tribuna en el partido contra Atlanta para pararnos de la misma manera en el partido contra la lepra el boludo de michi decía que él había estado detrás del Valija y el Miguelito porfiaba que el que había estado detrás del Valija era él. Mirá vos, hasta eso estudiamos antes del partido, para que veas cómo venía la mano en esos días. ¿Y sabés qué te lleva a eso, hermano, sabés qué te lleva a eso? El cagazo, hermano, el cagazo, el cagazo te lleva a hacer cualquier cosa, como lo que hicimos con el viejo Casale.


Porque si llegábamos a perder, mamita querida, nos teníamos que ir de la ciudad, mi viejo, nos teníamos que refugiar en el extranjero, te juro, no podíamos volver nunca más acá. Íbamos a pereceresos refugiados camboyanos que se tomaron el piro en una balsa. Te juro que si perdíamos nosotros agarrábamos el “Ciudad de Rosario” y por acá, por el Paraná, nos teníamos que ir todos, millones de canallas, no sé, a Diamante, a Perú, a Cuzco, a la concha de su madre, pero acá no se iba a poder vivir nunca más con la cargada de los leprosos putos, mí viejo. Ya el Miguelito había dicho bien claro que él se la daba, que si perdíamos agarraba un bufo y se volaba la sabiola y te digo que el Miguelito es capaz de eso y mucho más porque es loco el Miguelito, así que había que creerle. O hacerse puto, no sé quién había comentado la posibilidad de hacerse trolo y a otra cosa mariposa, darle a las plumas y salir vestido de loca por Pellegrini y no volver nunca más a la casa. Pero, te digo, nadie quería ni siquiera sentir hablar de esa Posibilidad. Ni se nombraba la palabra “derrota”.


Era como cuando se habla del cáncer, hermano. Vos ves que por ahí te dicen “la papa”, o “tiene otra cosa”, “algo malo”, pero el cangrejo, mi viejo, no te lo nombra nadie. Y ahí fue cuando sale a relucir lo del viejo Casale. El viejo Casale era el viejo del Cabezón Casale, un pibe que siempre venía al boliche y que durante años vino a la cancha con nosotros pero que ya para ese entonces se había ido a vivir al norte, a Salta creo, lo vi hace poco por acá, que estaba de paso. Y ahí fue que nos acordamos de que un día, en la casa del Cabezón, el viejo había dicho que él nunca, pero nunca, lo había visto perder a Central contra Ñul. Me acuerdo que nos había impresionado porque ese tipo era un privilegiado del destino. Aunque al principio vos te preguntas, “¿Cómo carajo hizo este tipo pata no verlo perder nunca a Central contra Ñul? ¿Qué mierda hizo? Este coso no va nunca a la cancha”. Porque, oíme alguna vez lo tuviste que ver perder, a menos que no vayás a. los clásicos. Y ojo que yo conozco muchos así, que se borran bien borrados de los clásicos. O que van en Arroyito, pero que a la cancha del Parque no van en la puta vida. Y me acuerdo que le preguntarlos eso al viejo y el viejo nos dijo que no, y nos explicó. El iba siempre, un fana de Central que ni te cuento, pero se había dado, qué sé yo, una serie de casualidades que hicieron que en un montón de partidos con Ñul él no pudiera ir por un montón de causas que ni me acuerdo. Que estaba de viaje por Misiones —el viejo era comisionista—; que ese día se había torcido un tobillo y no podía caminar, que estaba engripado, que le dolía un huevo, qué sé yo, en fin, la verdad, hermano— que el viejo la posta posta era que nunca le había tocado ver un partido en que la lepra nos hubiera roto el orto. Era un privilegiado el viejo y además, un talismán, querido, porque así como hay tipos mufa que te hacen perder partidos adonde vayan, hay otros que si vos los llevás es número puesto que tu equipo gana. No es joda. Y el viejo Casale era uno de éstos, de los ojetudos.


Entonces ahí nos dijimos “Este viejo tiene que estar en el Monumental contra Ñubel. No puede ser de otra forma. Tiene que estar”... Claro, dijimos, seguro que va a estar, si es fana de Central, canalla a muerte. Pero nos agarró como la duda viste? porque nosotros no era que lo veíamos todos los días al viejo, te digo más, desde que el Cabezón se había ido al norte a laburar, al viejo de él no lo habíamos vuelto a ver ni en la cancha, ni en la calle ni en ninguna parte. Además, el viejo ya estaba bastante veterano porque debía tener como ochenta pirulos por ese entonces. Bah, en realidad ochenta no, pero sus sesenta, sesenta y cinco años los tenía por debajo de las patas.


Entonces, con el Valija, el Colorado y el Miguelito decimos “vamos a la casa del viejo a asegurarnos que va y si no va lo llevamos atado”. Porque también podía ser que el viejo no fuera porque no tuviera guita, qué sé yo. Nosotros ya habíamos pensado en hacer una rifa a beneficio, una kermesse, cualquier cosa. El viejo tenía que ir, era una bandera, un cheque al portador.


La cuestión es que vamos a la casa y... ¿a qué no sabés con lo que nos sale el viejo? Que andaba mal del bobo y que el médico le había prohibido terminantemente ir a la cancha, mirá vos. Nos sale con eso. Que no. Que había tenido un infarto en no sé qué partido, en un partido de mierda después que una pelota pegó en un palo, que había estado muerto como media hora y lo habían salvado entre los indios con respiración artificial y masajes en el cuore, que no había clavado la guampa de puro pedo y que le había quedado tal cagazo que no había vuelto a ir a la cancha desde hacía ya, mirá lo que te digo, dos años.
¡Hacía dos años que no iba a la cancha el viejo ese! Y no era sólo que él no quería ir sino que el médico y, por supuesto, la familia, le tenían terminantemente prohibido ir, lógicamente. No sé si no le prohibían incluso escuchar los partidos por radio, no sé si no se lo prohibían, para que no le pateara el bobo, porque parece que el viejo escuchaba un pedo demasiado fuerte y se moría, tan jodido andaba. Vos le hacías ¡Uh! en la cara y el viejo partía. ¡Para qué! Te imaginás nosotros, la desesperación, porque eso era como un presagio, un anuncio del infierno, hermano, era un preanuncio de que nos iban a hacer cagar en Buenos Aires, mi viejo.


Entonces empezamos a tratar de hacerle la croqueta al viejo, a convencerlo, a decirle “Pero mire, don Casale, usted tiene que estar, es una cita de honor. ¡Qué va a estar mal usted del cuore, si se lo ve cero kilómetro! Vamos, don Casale —me acuerdo que lo jodía Miguelito— ¿cuántos polvos se echa por día? usted está hecho un toro”. Pero el viejo, ni mierda, en la suya. Que no y que no.


Le decíamos que el partido iba a ser una joda, que Ñubel tenía un equipo de mierda y que ya a los quince minutos íbamos a estar tres a cero arriba, que el partido era una mera formalidad, que el gobierno ya había decidido que tenía que ganar Central para hacer feliz a mayor cantidad de gente. No sé, no sé la cantidad de boludeces que le dijimos al viejo para convencerlo. Pero el viejo nada, una piedra el hijo de puta. Para colmo ya habían empezado a rondar la mujer del viejo, madre del Cabezón, y una hermana del Cabezón, que querían saber qué carajo queríamos decirle nosotros al vicio en esa reunión, porque medio que ya se sospechaban que nosotros no íbamos para nada bueno. En resumen que el viejo nos dijo que no, que ni loco, que ni siquiera sabía si iba apoder resistir la tensión de saber que se jugaba el partido, aun sin escucharlo.


Porque el viejo los diarios los leía, tan boludo no era, y sabía cómo venía la mano, cómo era la cosa, cómo formaban los equipos, suplentes, historial, antecedentes, chaquetillas, color, todo. Nos dijo más. “Ese día —nos dijo— bien temprano, antes de que empiecen a pasar los camiones y los ómnibus con la gente yendo para Buenos Aires, yo me voy a la quinta de un hermano mío que vive en Villa Diego”. No quería escuchar ni los bocinazos el viejo. “Me voy tempranito a lo de mi hermano, que a mi hermano le importa un sorete el fútbol, y me paso el día ahí, sin escuchar radio ni nada”. Porque el viejo decía y tenla razón, que si se quedaba en la casa, por más que se encerrara en un ropero, algo iba a oír, algún grito, algún gol, alguna cosa iba a oír, pobre desgraciado, y se iba a quedar ahí mismo seco en el lugar. Así que se iba a ir a radicar en la quinta de ese hermano que tenía, para borrarse del asunto.


Muy bien, muy bien. Te digo que salimos de allí hechos bosta porque veíamos que la cosa venía muy mal. Casi era ya un dato seguro como para decir que éramos boleta. Para colmo, al Valija, el día anterior le había caído una tía del campo y él se acordaba que, en un partido que perdimos con San Lorenzo, esa misma tía le había venido el día antes. Era un presagio funesto el de la tía.
Fue cuando decidimos lo del secuestro. Nos fuimos al boliche y esa noche lo charlamos muy seriamente. El Dani decía que no, que era una barbaridad, que el viejo se nos iba a morir en el viaje, o en la cancha, y después se iba a armar un quilombo que íbamos a terminar todos en cana y que, además, eso sería casi un asesinato. Pero al Dani mucha bola no le dimos porque ha sido siempre un exagerado y más que un exagerado, medio cagón el Dani. Pero nosotros estábamos bien decididos y más que nada por una cosa que dijo el Valija: el viejo estaba diez puntos. Había tenido un infarto, es cierto. Pero hay miles de tipos que han tenido un infarto y vos los ves caminando tranquilamente por la yeca y sin hacer tanto quilombo como este viejo pelotudo, con eso de meterse adentro de un ropero, o no ir a la cancha, o dejar que te rigoree la familia como la esposa y la otra, la hermana del Cabezón. Por otra parte, y vos lo sabés, los médicos son unos turros pero unos turros que se ve que lo querían hacer durar al viejo mil años para sacarle guita, hacerle experimentos y chuparle la sangre. Y además, como decía el Miguelito y eso era cierto, vos lo veías al viejo y estaba fenómeno. Con casi sesenta años no te digo que parecía un pendejo pero andaba lo más bien. Caminaba, hablaba, se sentaba, qué sé yo, se movía. ¡Chupaba! Porque a nosotros nos convidó con Cinzano y el viejo se mandó su medidita, no te digo un vasazo pero su medidita se mandó. La cosa es que el Miguelito elaboró una teoría que te digo, aún hoy, no me parece descabellada.


¡El viejo era un turro, hermano! Un turrazo que especulaba con el fato del bobo para pasarla bien y no laburarla nunca más en la vida de Dios. Con el sover del bobo no ponía el lomo, lo atendían a cuerpo de rey y —la tenía a la vieja y a la hermana del Cabezón pendientes de él —viviendo como un bacan, el viejo. Y... ¿de qué se privaba? De algún faso; que no sé si no fasearía escondido; y de no ir a—la cancha. Fijate vos, eso era todo. Y vivía como Carolina de Mónaco el otario. Bueno, con ese argumento y lo que dijo el Colorado se resolvió todo.


El Colorado nos habló de los grandes ideales, de nuestra misión frente a la sociedad, de nuestro deber frente a las generaciones posteriores, los pendejos. Nos dijo que si ese partido se perdía, miles y miles de pendejos iban a sufrir las consecuencias. Que, para nosotros y eso era verdad, iba a ser muy duro, pero que nosotros ya estábamos jugados, que habíamos tenido lo nuestro y que, de últimas, teníamos experiencias en malos ratos y fulerías. Pero los pibes, los pendejitos de Central, ésos, iban a tener de por vida una marca en sus vidas que los iba a marcar para siempre, como un fierro caliente. Que las cargadas que iban a recibir esos pibes, esas criaturas, en la escuela, los iban a destrozar, les iban a pudrir el bocho para siempre, iban a ser una o dos generaciones de tipos hechos bolsa, disminuidos ante los leprosos, temerosos de salir a la calle o mostrarse en público. Y eso es verdad, hermano, porque yo me acuerdo lo que eran las cargadas en la escuela primaria, sobre todo.


Yo me acuerdo cuándo perdimos cinco a tres con la lepra en el Parque después de ir ganando dos a cero, cuando se vendió el Colorado Bertoldi, que todavía se estará gastando la guita, y te juro que yo por una semana no me pude levantar de la cama porque no me atrevía a ir a la escuela para no bancarme la cargada de los lepra. Los pibes son muy hijos de puta para la cargada, son muy crueles. ¿No viste cómo descuartizan bichos, que agarran una langosta y le sacan todas las patas? Son unos hijos de puta los pibes en ese sentido. Y lo que decía el Colorado era verdad. Ahora todo el mundo habla de la deuda externa, y bueno, hermano, eso era algo así como lo de la deuda externa, que por la cagada de cuatro reverendos hijos de puta que empeñaron el país, la tenemos que pagar todos y los hijos y los hijos de nuestros hijos. Y si estaba en nosotros hacer algo para que eso no pasara, había que hacerlo, mi querido. Además, como decía el Colorado, ya no era el problema de la cargada de los pendejos futbolistas, está también el fato del exitismo. Los pibes ven que gana un equipo y se hacen hinchas de ese equipo, son así, casquivanos. Son hinchas del campeón.


Entonces, ponele que hubiese ganado Ñubel y... ¡a la mierda! ... de ahí en más todos los pibes se hacían de Ñubel, ponele la firma. Y no te vale de nada llevarlos a la cancha, conversarlos, hablarles del Gitano Juárez o el Flaco Menotti, ni comprarles la camiseta de Central apenas nacen. No te vale de nada. Los pendejos ven que sale River campeón y son de River. Son así. Y en ese momento no era como ahora que, mal que mal, vos los llevás al Gigante y los pibes se caen de culo. Entonces, cuando van al chiquero del Parque, por mejor equipo que pueda tener Ñul, los pibes piensan “Yo no puedo ser hincha de esta villa miseria” y se hacen de Central. Porque todo entra por los ojos y vos ves que ahora los pibes por ahí ni siquiera han visto jugar a Central o a Ñul y ya se hacen hinchas de Central por el estadio. Es otra época, los pendejos son más materialistas, yo no sé si es la televisión o qué, pero la cosa es que se van de boca con los edificios.


Entonces la cosa estaba clara, había que secuestrar al viejo Casale, o sino aguantarse que quince, veinte años depués, hoy por ejemplo, la ciudad estuviese llena de lepra sos nacidos después de ese partido, y esto hoy ¿sabés lo que sería? Beirut sería un poroto al lado de esto, hermano te juro.
El que organizó la “Operación Eichmann”, como lo llamamos, fue el Colorado. La llamamos así por ese general aleman, el torturador, que se chorearon de acá una vez los judíos ¿viste? y lo nuestro era más o menos lo mismo. El Colorado es un tipo muy cerebral, que le carbura muy bien el bocho y él organizó todo. El Colorado ya no estaba por ese entonces en la O.C.A.L.. La O.C.A.L., no sé si sabés es una organización de acá, de Rosario, que se llama así porque son iniciales, O.C.A.L “Organización Canalla Anti Lepra”. Son un grupo de ñatos como el Ku-Klux-Klan, más o menos, que se reúnen en reuniones secretas y no sé si no van con capucha y todo a las reuniones, o si queman algún leproso vivo en cada reunión. Mirá yo no sé si es requisito indispensable ser hincha de Central, pero seguro seguro, lo que tenés que hacer es odiar a los lepra. Tenés que odiar más a los lepra que lo que querés a Central.


Hacen reuniones, escriben el libro de actas, piensar maldades contra los lepra, festejan fechas patrias de partidos que les hemos ganado, tienen himnos, son como esos tipos los masones esos, que nadie sabe quiénes son. Andan con antorchas. Bueno, de la O.C.A.L., de la O.C.A.L. al Colorado lo echaron por fanático, con eso te digo todo pero es un bocho el Colorado y él fue el que organizó todo el operativo.


Y te la cuento porque es linda, te la cuento porque es linda, no sé si un día de estos no aparece en el “Selecciones” y todo. Averiguamos qué ómnibus iba para Villa Diego, adonde tenía la quinta el hermano del viejo Casale. Desde donde vivía el viejo, ahí por San Juan al mil cuatro cientos, lo único que lo dejaba en ese entonces, si mal no recuerdo, era el 305 que pasaba por la calle San Luis. O sea que el viejo tenía que tomarlo en San Luis-Paraguay o San Luis-Corrientes, no más allá de eso a menos que fuera muy pelotudo y lo fuera a tomar a Bulevar Oroño que no sé para qué mierda iba a hacer eso. Ahora, la. duda era si el viejo se iba a ir en ómnibus o en auto, porque si se iba en auto nos recagaba, pero nos jugábamos a que se iba a ir en ómnibus porque auto no tenía y seguro que el hermano tampoco tenía porque debía ser un muerto de hambre como él, seguramente. Y te digo que la cosa venía perfecta, porque el viejo nos había dicho que iba a salir bien temprano para no infartarse con las bocinas o sea que nosotros podíamos combinarlo con el horario de salida nuestra para el partido.


Porque también nos cagaba si salía a la una de la tarde para Villa Diego porque después ¿cómo llegábamos nosotros a Buenos Aires para la hora del partido con el quilombo que era la ruta y en un ómnibus de línea? Lo más probable es que nos hiciéramos pelota en el camino por ir a los pedos. Y por otra parte, hermano, Villa Diego queda saliendo para Buenos Aires o sea que la cosa estaba clavada, era posta posta.


Después hubo que hablar con los otros muchachos, porqu e convencer al Rulo no nos costó nada, a él le daba lo mismo y, además, le contamos los entretelones del asunto. Te digo que el Colora manejó la cosa como un capo, un maestro. El asunto era así, el Rulo es un fana amigo de Central que tiene un par de ómnibus, está muy bien el Rulo. Y en esa época tenía un par de coches en la línea 305. Fue un ojete así de grande, porque si no teníamos que conseguir otro coche, cambiarle el color, pintarlo, qué sé yo, ponerle el número, un laburo bárbaro. Pero el Rulo tenía dos 305 y con uno de ésos ya tenía pensado pirarse para el Monumental el día del partido y más bien que se llevaba como mil monos que también iban para allá. Lo sacaba de servicio y que se fueran todos a la reputísima madre que los parió, no iba a perderse el partido ese.


Entonces, el Rulo, con los monos arriba Y nosotros, tenía que estar con el ómnibus preparado, el motor en marcha, por España, estacionado. Y el Miguelito se ponía de guardia, tomando un café, justo en un boliche de ahí cerca desde donde veían la puerta de la casa del viejo Casale. Creo que a las cinco, nomás, de la matina, ya estaba el Miguelito apostado en el boliche haciéndose el boludo y junando para la casa del viejo. Te juro que ni los tupamaros hubieran hecho un operativo como ése, hermano. Fue una maravilla.


Apenas vio que salía el viejo con una canastita donde seguro se llevaba algún matambre casero, algo de eso, el pobre viejo, el Miguelito cazó una Vespa que tenía en ese entonces, dio la vuelta a la manzana y nos avisó. Cargó la moto en el ómnibus, en la parte de atrás, detrás de los últimos asientos y nos pusimos en marcha.


Ya les habíamos dicho a tres o cuatro pendejos, de esos quilomberos de la barra, que se hicieran bien los sotas, que no dijeran ni media palabra y se hicieran los que apoliyaban. Nosotros también, para que no nos reconociera el viejo, estábamos en los asientos traseros, haciéndonos los dormido, incluso con la cara tapada con algún pulover, como si nos jodiera la luz, o con algún piloto.
Te digo que el día había amanecido frío y lluvioso, como la otra fecha patria, el 25 de Mayo. Además, el quilombo había sido guardar y esconder todas las banderas, las cornetas, las bolsas con papelitos, los termos, todo eso. Uno de los muchachos llevaba una bandera de la gran puta que medía 52 metros ¡52 metros, loco! Media cuadra de bandera que decía “Empalme Graneros presente” y tuvimos que meterla debajo de un asiento para que el. viejardo no la vichara.


La cosa es que el viejo subió medio dormido y se sentó en uno de los asientos de adelante que ya habíamos dejado libre a propósito para que no viera mucho del ómnibus. Rulo le cobró boleto y todo. Y nadie se hablaba como si no nos conociéramos. Y como el ómnibus iba haciendo el recorrido normal, el viejo iba lo más piola, mirando por la ventanilla. La cuestión es que llegamos a Villa Diego y el viejo tranquilo. Cada tanto, cuando nos pasaba algún auto con banderas en el techo, tocando bocina, el viejo miraba a los que tenía cerca y movía la cabeza como diciendo “¡Mirá vos!”.


Se ve que tenía unas ganas de hablar pero nadie quería darle mucha bola para no pisarse en una de ésas. Así que nos hacíamos todos los dormidos. Parecía que habían tirado un gas adentro de ese ómnibus hermano. Como cuando se muere algún ñato ¿viste? que se queda a apoliyar en el auto con el motor prendido y lo hace cagar el monóxido de carbono, creo. Bueno, así parecía que a nosotros nos había agarrado el monóxido de carbono. Pero, cuando llegamos a Villa Diego, por ahí el viejo se levanta y le dice al Rulo “En la esquina, jefe.”. Y yo no sé qué le dijo el Rulo, algo de que ahí no se podía parar, que estaba cerrado el tráfico, que había que seguir un poco más adelante y el viejo se la comió, pero se quedó paradito al lado de la puerta. Al rato, por supuesto, de nuevo el viejo, “En la esquina”. Ahí ya el Rulo nos miró, porque se le habían acabado los versos. Y ahí, hermano... ¡vos no sabés lo que fue eso! Fue como si nos hubiésemos puesto todos de acuerdo y te juro que ni siquiera lo habíamos hablado. Empezaron los muchachos a desplegar las banderas, a sacar las cornetas y las banderas por la ventana, y a los gritos, hermano, “¡Soy canalla, soy canalla!” por las ventanas.


Pero no para el lado del viejo, el pobre viejo, que la cara que puso no te la puedo describir con palabras, sino para afuera, porque los grones, con lo quilomberos que son, se habían ido aguantando hasta ahí sin gritar ni armar quilombo para no deschavarse con el viejo, pero cuando llegó el momento agarraron las banderas, empezaron a sacar los brazos y golpear las chapas del costado del ómnibus y también el Rulo empezó a seguir el ritmo con la bocina.


¿Viste esas películas de cowboy, cuando los choros van a asaltar una carreta donde parece que no hay nadie, o que la maneja nada más que un par de jovatos y de golpe se abren los costados y aparecen 17.000 soldados que los cagan a tiros? ¿Que levantan la lona y estaban todos adentro haciéndose los sotas? Bueno, ese ómnibus debió ser algo así. De golpe se transfonnó en un quilombo, un escándalo, una de gritos, de bocinazos, cornetas, una joda. ¡Y la gente al lado de la ruta! Porque desde la madrugada ya había gente a los costados de la ruta esperando que pasaran las caravanas de hinchas. Era para llorar, eso, conmovedor, te saludaban, gritaban, levantaban los puños, por ahí algún lepra, a las perdidas, te tiraba un cascotazo... Pero vuelvo al viejo, el viejo, no sabés la caripela que puso. Porque nosotros lo estábamos mirando porque decíamos: éste es el momento crucial. Ahí el viejo o cagaba la fruta, el corazón se le hacía bosta, o salía adelante. El viejo miraba para atrás, a todos los monos que saltaban y cantaban y no lo podía creer. Se volvió a sentar y creo que hasta San Nicolás no volvió a articular palabra. Te digo que el Rábano, el hijo de la Nancy ya se había ofrecido a hacerle respiración boca a boca llegado el caso, que era algo a lo que todos, mal que mal, le habíamos esquivado el bulto porque, qué sé yo, te da un poco de asco, además con un viejo.


Pero mirá, te la hago corta. Mirá, cuando el viejo ya vio que no había arreglo, que no había posibilidad de que lo dejáramos bajar del ómnibus, se entregó, pero se entregó entregó. Porque, al principio, nosotros nos acercamos y nos reputeó, nos dijo que éramos unos irresponsables, unos asesinos, que no teníamos conciencia, que era una,verguenza, qué sé yo todo lo que nos dijo. Pero después, cuando nosotros le dijimos que él estaba perfecto, que estaba hecho un toro, que si se había bancado la sorpresa del ómnibus quería decir que ese cuore se podía bancar cualquier cosa, empezó a tranquilizarse. El Colorado llegó a decirle que todo era una maniobra nuestra para demostrarle que él estaba perfectamente sano y que incluso el médico estaba implicado en la cosa.


Mirá hermano, y creéme porque es la pura verdad ¿qué intención puedo tener en mentirte, hoy por hoy? mucho antes ya de entrar en Buenos Aires ese viejo era el más feliz de los mortales, te lo digo yo y te lo juro por la salud de mis lujos. El viejo cantaba, puteaba, chupaba mate, comía facturas, gritaba por la ventana y a la cancha se bajó envuelto en una bandera. No había, en la hinchada, un tipo más feliz que él. Vino con nosotros a la popu y se bancó toda la espera del partido, que fue más larga que la puta que lo parió y después se bancó el partido. Estaba verde, eso si, y había momentos en que parecía que vos lo pinchabas con un alfiler y reventaba como un sapo, porque yo lo relojeaba a cada momento. Y después del gol del Aldo, yo lo busqué, lo busqué porque fue tal el quilombo y el desparramo cuando el Aldo la mandó adentro que yo ni sé por dónde fuimos a caer entre las avalanchas y los abrazos y los desmayos y esas cosas. Pero después miré para el lado del viejo y lo vi abrazado a un grandote en musculoso casi trepado arriba del grandote, llorando. Y ahí me dije: si éste no se murió aquí, no se muere más. Es inmortal. Y después ni me acordé más del viejo, que lo que alambramos, lo que cortamos clavos, los fierros que cortamos con el upite, hermano, ni te la cuento.


Eso no se puede relatar, hermano, porque rezábamos, nos dábamos vueltas, había gente que se sentaba entre todo ese quilombo porque no quería ni mirar. Porque nos cagaron a pelotazos, ya el segundo tiempo era una cosa que la tenían siempre ellos y ¿sabés qué era lo fulero, lo terrible? ¡Qué si nos empataban nos ganaban, hermano, porque ésa es la justa! ¡Nos ganaban esos hijos de puta! ¡Nos empataban, íbamos a un suplementario y ahí nos iban a hacer refocilar el orto porque estaban más enteros y se venían como un malón los guachos! ¡Qué manera de alambrar! Decí que ese día, Dios querido, yo no sé que tenía el flaco Menuttl que sacó cualquier cosa, sacó todo, vos no quieras creer lo que sacó ese día ese flaco enclenque que parecía que se rompía a pedazos en cada centro. Le sacó un cabezazo de pique al suelo a Silva que lo vimos todos adentro, hermano, que era para ir todos en procesión y besarle el culo al flaco ése ¡qué pelota le sacó a Silva! Ahí nos infartamos todos, faltaban cinco minutos y si nos empataban, te repito, éramos boleta en el suplementario.


Me acuerdo que miro para atrás y lo veo al viejo, blanco, pálido, con los ojos desencajados, pobrecito, pero vivo. Y ahora yo te digo, te digo y me gustaría que me contesten todos esos que ahora dicen que fue una hijaputez lo que hicimos con el viejo Casale ese día. Me gustaría que alguno de esos turritos me contestara si alguno de ellos lo vio como lo vi yo al viejo Casale cuando el referí dio por terminado el partido, hermano. Que alguno me diga si, de puta casualidad, lo vio al viejo Casale como lo vi yo cuando el referí dio por terminado el partido y la cancha era un infierno que no se puede describir en palabras. Te digo que me, gustaría que alguien me diga si alguien lo vio como lo vi yo.


¡La cara de felicidad de ese viejo, hermano, la locura de alegría en la cara de ese viejo! ¡Que alguien me diga si lo vio llorar abrazado a todos como lo vi llorar yo a ese viejo, que te puedo asegurar que ese día fue para ese viejo el día más feliz de su vida, pero lejos lejos el día más feliz de su vida, porque te juro que la alegría que tenía ese viejo era algo impresionante! Y cuando lo vi caerse al suelo como fulminado por un rayo, porque quedó seco el pobre viejo, un poco que todos pensamos; “¡qué importa!” ¡Qué más quería que morir así ese hombre! ¡Esa es la manera de morir para un canalla! ¿Iba a seguir viviendo? ¿Para qué? ¿Para vivir dos o tres años rasposos más, así como estaba viviendo, adentro de un ropero, basureado por la esposa y toda la familia? ¡Más vale morirse así, hermano! Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre, con la alegría de haberle roto el orto a la lepra por el resto de los siglos! ¡Así se tenía que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo ésa, hermano! Yo elijo ésa.

Proyecto a largo plazo - Que Pasó con la desvinculación de Caruso de CASLA

Caruso, chau, chau, chauuuuuuuu
Cuando Marcelo Tinelli y su Chirolita Cámpora lamebotas calientasillón delfín Matías Lammens empezaron a pergeñar la salida del trotamundos del ascenso Ricardo Caruso Lombardi, la realidad les marcó que el principal problema no era la inflacionaria cotización del contrato del polémico Moreno DT, si no la extensión del vínculo contractual, que por un error de tipeo la secretaria del ex-presidente se extiende hasta Julio del 20013 en vez de Julio del 2013 como el sentido común indica. Un integrante de Tocuen es Fulbo se contactó con el guaraní ex-presidente (nos comprometimos a resguardar su ubicación, pero dijo no saber si estaba en Bajo Flores, Boedo o Almagro)  y al respecto dijo: "Eeeeh, no se, dejame ver... uh, que cagada nos mandamos...", pero el chipacero canoso fue rápido contra sus dichos y empezó a defender la no-decisión/omisión: "Acá se habla mucho de los proyectos a largo plazo y actuamos en consecuencia. Creo 18.001 años de contrato, a pesar del momento de urgencia que vivía San Lorenzo, son suficientes para consolidar un proyecto futbolístico y dar tranquilidad" y sobre la situación actual contractual del motivador de barba candado agregó "Creo que fue una manera de atar contractualmente por un tiempo prudencial a uno de los mejores DT del mercado, beneficio que podrán disfrutar los próximos 4500 ciclos dirigenciales que asuman en San Lorenzo"


Por otra parte, Tocuen es Fulbo se comunicó con Matías Lammens al respecto, pero nos dijo que el que podía explayarse sobre este particular era Marcelo Tinelli bajo el argumento de que "es el que pone la tarasca", pero este, siguiendo con el hermético comportamiento de la alta plana del club fundado por Lorenzo Massa, no habló sobre el tema Caruso y solo se limitó a desmentir (Sin ser consultado por Tocuen es Fulbo) que nunca entró en Los Arcos con una botella en su cavidad anal. Mientras tanto, para representar la voz del hincha, hablamos con Guido Viggo Mortensen que dijo: "Soy de San Lorenzo, cuervo, cuervo, Caruso juega mal, no es cuervo, no es cuervo"

El histriónico Caruso en exclusiva para Tocuen es Fulbo
Finalmente, y para terminar de disipar esta nube de humo, en Tocuen es Fulbo hablamos con el brillante estratego de la doble línea de 4, que dijo que "Cuando me dijeron que el contrato duraba hasta no se cuando, a mi se me río el ojete" y agregó acerca de su estrategia de negociación "Yo me senté con los dirigentes para comentarles que no me midan y que si me pagaban lo que arreglé con Abdo, mi contrato hasta Enero de 20012 y el 15% del contrato de los refuerzos que pueden llegar hasta esa fecha, me iba" y ante la posibilidad de respetar su contrato, el ocurrente entrenador ex-DT de casi cualquier club del Ascenso, espetó sin mucha humildad "El colorado ese se iba a tener que fumar que le digan 'El Caruso de Manchester', je". O eso creemos, ya que el envíado de Tocuen es Fulbo debió ser internado de urgencia con intoxicación por inhalación excesiva de Monóxido de Carbono.

De todos modos, al mister de barba candado y planteos rácanos, se lo vio ingresando ayer a la noche a las oficinas de Ideas del Suar con una flota de carretillas y palas. Después ya sabemos todos lo que pasó.

Nota de Tocuen es Fulbo: Igual sabemos no vas a ser tan pelotudo de creer todo lo que dice arriba

lunes, 8 de octubre de 2012

Un pasito para atrás!!! - Que pasó con Argentina - Brasil en Chaco

Aquel que viaja en hora pico habrá escuchado de la boca de algún hastiado colectivero la frase del título. Bien, esa era la idea de Alex Sabella para el partido de vuelta contra Brasil por la Copa del SupérClasico de las Ámericas de la concha de tu madre. La idea de perder por un margen amplio y desestabilizar el plácido, calmo, insulso y estupefaciente proceso que lleva adelante, hizo que Sabella pensara en llamar a Alayes, Schunke, Aguirre Suarez e incluso a la Ministra de Defensa Nilda "El Mago" Garré, para defender con la mayor cantidad de recursos, profundizando el modelo (Modo Futbol Para todos Off) que dio un resultado que podría catalogarse como derrota digna (Modo Pumas Off) en el partido de ida, con un dibujo táctico 9-1(Braña)-0, que los mas adeptos catalogarían beneplácitamente como "Extremo". Lo que pasó finalmente es que ese plan que chocó con el comentario de Ustari (previa autorización de su mamá) que dijo que "Desde que le dijo a Seba Dominguez que meta el culo atrás, acá no hay mas lugar", por lo que "Pachorra" debió recurrir a planes alternativos.

El DT habló con el inefable dirigente de Aaaaaaaaca "Carozo" Crespi. Le explicó que su idea era que Brasil tuviera la menor cantidad de espacios posible, por lo que le pidió que contacte a Tofoni, para ver si era víable jugar en una cancha de showbol 11 contra 11. El verborrágico dirigente, a pesar de su destreza para que Boca evite e incluso saque ventaja de cualquier cuestión reglamentaria, le dijo que era "un cagón como toda' la' gallina'" y que "Boqueeeta era lo mas grande" y se puso a cantar a los gritos en el lobby del hotel "La selesió', la selesió', se va a la puta que lo parió"

Una vez que se apersonó en su habitación y pudo correr la enorme cantidad de pilas de VHS obsesivamente apiladas y ordenadas, Sabella habló con el manager Carlos Salvador Bidón Bilardo que le dijo : "Hay gue atualizá, el bidó no 'a má, nel año sesentaosh, con Etudian, le puímo guerosén en la vinagreda a lo juadó de Beñarol, hay gue volvé aafuende". 

A esta altura un desorientado Sabella supuso que el Doctor tendría algo de razón. Pasó por la habitación de Clemente Rodriguez y lo vio enfiestado con dos gatos de alto perfil mientras se fumaba un tubo de esos de luz de emergencia. Ahí le cayó la ficha que el Tordo tenía razón con esas historias añejas de Copa Libertadores, volvió a las fuentes, las quemó y todos sabemos que pasó después.

Nota de Tocuen es Fulbo: ¿No vas a ser tan boludo de creer que todo esto es posta, no?