viernes, 19 de octubre de 2012

Haciendo historia: Ningunos lápices Parte 1


Japón y el fútbol. Relación extraña si las hay. El fútbol lápiz japonés solo lleva de profesionalismo 20 años en su liga y el primer contacto que muchos de nuestra generación tuvimos con este fútbol fue con ese animé llamado Supercampeones, lo cual implica que hay una generación entera de siomes que si les preguntan quienes fueron los primeros japoneses en jugar en Europa responderán con certeza que fueron Aoi Shingo, Steve Kyuga y Benji Price. Algunos, que todavía mantenemos algún punto de contacto con la realidad crecimos viendo el fútbol italiano de la segunda mitad de los 90’ recordaremos a ese exótico Nakata o antes a Kazu Miura en el menor de los casos. Entonces, para no ahondar en África o tras la cortina de hierro, nos correremos de allí bocha (?) mas hacia el oriente y la idea es que el repaso de aquellos nipones que trascendieran en Europa, de alguna manera nos ayude a hacer un somero, pero sustancioso repaso de la historia del juego en la tierra del sol naciente y a su vez, nos llevemos alguna sorpresa.

"Bigoten" Okudera en Colonia
Hasta la creación de la J-League, el fútbol japonés básicamente estaba compuesto por aquellas compañías, que armaban equipos de fútbol para dar un rato de esparcimiento a sus trabajadores  fuera del horario laboral. Es decir que, los tipos salían de laburar e iban a jugar por amor al juego, aunque también a algunos extranjeros solo se les pagaba por jugar. Una de esas compañías era la Furukawa Electric que por el año 1977 organizó una gira para que los muchachos de la compañía se nutrieran del por ese entonces poderosísimo futbol alemán. Un mediocampista zurdo, veloz y buena capacidad para centrar pelotas de nombre Yasuhiko Okudera, causó buena impresión y le ofrecieron quedarse a jugar profesionalmente en el Koln. Enorme salto dio Okudera, porque no solo se convirtió en el primer jugador profesional japonés, sino que también lo hizo en un equipo de los que peleaba una liga de las mas poderosas en Europa en ese entonces, jugando a la par de Littbarski y Harald Schumacher por ejemplo.  No solo eso, sino que ganó la primer liga que jugó con el Colonia, amén de ser también fue el primer jugador nipón en anotaren competencias europeas ante el Nottingham Forest, en otro lugar que la historia le guardó desde el lado equivocado a Peter Shilton. Mas allá de lo que fue el hito histórico, ese gol desde el banco del hombre nacido en Kazuno permitió a los teutones pasar a la final de la Copa Europea.
Cuando el entrenador que lo dejó en Alemania se fue del Koln, pasó un año por el Hertha en la segunda división alemana, pero a la temporada siguiente pasó al recién ascendido a la Bundesliga Werder Bremen. Allí tuvo su mejor momento en la tierra del chucrut, de la mano de un entrenador que lo cambió de banda y le sacó sus mejores rendimientos. Ese entrenador era un tal Otto Rehhagel, que entre otras cosas logró la increíble hazaña de sacar a Grecia campeón de la Eurocopa 2004. Despues de once años en los que jugó 259 partidos con 34 goles, Okudera volvió a su Furukawa Electric querido, pero no como operario, sino como el primer jugador japonés profesional en jugar en su país en la historia, en lo que fue la piedra fundacional para profesionalizar el futbol en ese conjunto de islas.

Ozaki: Delantero, Autopartista, Fantasma de la Ópera
A pesar de la prolífica campaña de Okudera en Alemania, no alcanzó para que en Europa el jugador japonés deje de ser considerado como exótico, pero por sobre todas las cosas, las condiciones en Japón no habían cambiado para que sigan la perdurable huella que dejó Okudera., donde la Copa Intercontinental y otros clubes de renombre  y reputación global, metían mas 50.000 personas, pero no se reflejaba en el día a día amateur en la isla buque insignia de la tintorería (?). A pesar de esto, el Arminia Bielefeld en 1983 se la jugó por un tipo que laburaba en la Mitsubishi Motors y  había demostrado una gran velocidad y una gambeta picante en el mundial juvenil de 1979. Ese tipo era un tal Kazuo Ozaki, que se convirtió en el segundo japonés en jugar en la Bundesliga. Ozaki dejó buena impresión en el Arminia, donde jugó 113 partidos con 18 tantos y contó con la particularidad de que fue uno de los primeros en usar mascarillas para protegerse de una fractura nasal. Después jugó 6 partidos en un año en el siempre entrañable St. Pauli y después no jugó en el año que estuvo en Dusseldorf. Volvió de Honda a la Mitsubishi Motors y llegó a jugar en el ocaso de su carrera como profesional en la novedosa J-League en el Urawa Red Diamonds (continuador del equipo de Mitsubishi) y en el Verdy Kawasaki.

"Peluca" Miura: Inspiró a Neymar
Para cuando Okudera y Ozaki habían vuelto su país para la reinserción laboral a colocar (entre muchos otros) la piedra basal para la fundación de la J-League, en Brasil había un muchachito japonés que sería fundamental en la historia del fútbol de este país y que, ansiosamente o no, ya había empezado su camino mucho antes. Kazuyoshi Miura, ante la escasa perspectiva de jugar profesionalmente en su país, largó todo en la secundaria e intentando el mismo camino de Okudera, pero en otro entorno, recaló en la academia Juventus en Brasil jugando once y futbol sala, donde dominó sucaracterística Padalinha y pulió su pegada. Tiempo después (en 1986), firmó para el Santos siendo un pibe de 19 años donde debutó con Pelé. Allí jugó en varios clubes de renombre como el ya mencionado Santos, Palmeiras o Coritiba. Regresó a Japón con la profesionalización del fútbol y creación de la J-League y se convirtió en la primera mega estrella japonesa de fútbol y dicen que fue donde se inspiró la historia de Oliver Atom en la antes citada serie “Supercampeones”. Todo venía joya hasta la “catástrofe de Doha”, donde Japón empató inexplicablemente ante Iraq sobre la hora, un partido que ganando ante ese rival eliminado lo clasificaba por primera vez en la historia a un mundial (USA 94’). La cuestión es que ese era el primer equipo enteramente profesional en la historia del país y había muchas expectativas, por lo que casi todos sus integrantes quedaron estigmatizados. En un golpe de efecto mediático (Y para poder entrar en esta reseña), el ya “King Kazu” se fue a la Serie A, a jugar al Genoa, en la temporada 94/95, a desensillar hasta que aclare en su patria. Si bien fue el primero (junto al volante Nanami en Venecia), el humo mediático no pudo disipar el flojo rendimiento de Kazu. 21 partidos, un gol (en un clásico ante la Samp), dejaron sabor a poco. El resto es historia: volvió a Japón, volvió a Europa (Croacia), volvió a Japón, jugó en Australia, nunca jugó un mundial por internas, sigue jugando profesional a sus 45 años y al cierre de esta edición estaba en la selección de futsal  de Japón.

Kazuyoshi Oliver Miura Atom



Para esta altura, Japón, ya había recorrido bastante bien el camino de profesionalización del futbol. De la mano de extranjeros ilustres, si, como Ramón y nuestro adorado doctor Bilardo, pero con el aporte incuestionable de estos protoprofesionales (?) futbolistas japoneses, cuyo progreso ha acompañado el desarrollo de la actividad en su país. Pero el fútbol, como todo, se globarizaría. Y sería una buena oportunidad para muchos de los jugadores de esta tierra de empezar a dejar una marca perdurable en el viejo continente. Obviamente en la entrega que viene

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