domingo, 22 de mayo de 2016

Europa desde una butaca: Encuentro con la Bundesliga

El primer choque con el buque insignia futbolero de una ciudad que no parece muy futbolera lo tuve dos minutos después de haber puesto un pie en Berlín. En el primer piso de la Hauptbahnhof de Berlín encontré (a pesar de estar desorientado como pocas veces en mi vida) el local del Hertha BSC.  En una muestra de autocontrol, no ingresé, lo cual resultó ser beneficioso económicamente, ya que el paquete de la oficina de turismo, incluía considerables descuentos para ir a ver al Hertha. Hecho el trámite de la adquisición de la entrada para el Hertha Berlin-1. FC Köln y la compra de alguna pilcha de entrenamiento, había que resolver el no sencillo tema de llegar al hostel desde la Hbf.. Pero lo importante ya estaba hecho: La cita del martes 22 de septiembre de 2015 en el mítico Olympiastadion de Berlín.



El Ludwig Jahn
No fue un particularmente placentero de arranque de martes. Un excelente Döner Kebab en las horas de la madrugada no alcanzó a contrarrestar la mezcla de tequila, Jägermeister y considerables cantidades de cerveza integrantes de una previa/estancia en un establecimiento nocturno que confundía libertad con libertinaje e invitaba a explorar aspectos muy bajos de la decadencia inherente al ser humano mientras que el clima fresco, pero a la vez pesado tampoco era una invitación amable para salir a descubrir Berlín. El fresco fue cediendo a la pesadez, no obstante, no me impidió disfrutar de la mundialmente famosa East Side Gallery, ni pasear por el barrio turco de Kreuzberg, ni de ser objeto de la abundante oferta de droga en el que después descubrí que es el Görlitzer Park. La manija futbolera me llevó al Ludwig Jahn Sport Park, estadio donde hacía de local el tristemente célebre Dynamo Berlin y donde hace de local su reencarnación caída en desgracia, el BFC Dynamo. Encontre un encuentro de atletismo juvenil, lo cual me dio un respiro y me permitió ver el estadio con un poco mas de vida, aunque sentí decepción al no ver referencia al equipo de fútbol en todo el estadio. Para ese momento, la noche anterior ya me había pasado factura y previo a partir al estadio decidí que lo mas sano tal vez sería ir a dormir una siesta para llegar en buenas condiciones al partido (Como si el tipo hubiera tenido que ir a jugar)

Cuando salí alrededor de las 17.30 (3 horas antes del partido), se dio lo inevitable: Lloviznaba y estaba mas fresco. Recorrí en el U-Bahn U5 el trayecto de Rosa-Luxemburg-Platz a Alexanderplatz y una vez allí recorrí los aproximadamente 1.700 metros que separan la plataforma del U5 hasta las del S-Bahn donde agarré el S5 en dirección a Spandau que me dejó (a mi y a tantos otros hinchas del Hertha y del Köln) en la apropiadamente llamada estación de Olympiastadion. De ahí recorrí unos 150, 200 metros que me depositaron en la Olympischer Platz, no sin obviar la adquisición y rápido consumo de un Bratwurst y medio litro de Warsteiner. Una vez allí no pude evitar la emoción de ver ante mi esas cosas que parece que nunca llegan, el fin de la manija, todo causado por esa estructura cavernosa de concreto, un anacronismo de hormigón, un recordatorio de un tiempo pasado, una paradoja de un templo inconfundiblemente Nazi aún venerado y santificado al día de hoy y capaz de tocar fibras emotivas positivas, aún en un una sociedad donde mejor no hablar de esa era, que yace cuan pesada carga en el inconsciente colectivo teutón.
  
Pasé mi entrada por el lector laser para ingresar al estadio y compre otro medio litro de Warsteiner y un Brezel (fue un momento decepcionante descubrir que no es con P y darme cuenta que viví toda la vida equivocado) para acompañar mi recorrido por los alrededores del estadio antes de tomar mi asiento. La historia en algunos lugares de Berlín se encuentra oculta o bien después de hurgar exhaustivamente en los pequeños detalles, pero en otros se transforma en una piña de realidad en la cara del visitante y el Olympiastadion es prueba de ello: había una pequeña exposición de atletas judíos víctimas del nazismo, el natatorio de los juegos olímpicos de Berlin de 1936 conservado de la forma mas original posible y al fondo donde la estructura oval del estadio se interrumpe en la llamada Puerta Maratón se encuentra el Maifeld, un inmenso campo abierto de superficie de césped. En el medio de eso, carritos vendiendo cerveza, brezel, bratwurst (o su versión local, currywurst una  especie de salchicha a la pomarola con curry), merchandising del Hertha, pescado; reflejando la idea de lo que intenta ser la Bundesliga, un lugar donde se intenta sacar cada centavo posible que cada espectador lleve a la cancha, pero sin dejar de respetar al hincha ni las tradiciones
No sin antes tomar la mayor cantidad de fotos posible, la manija me llevó a instalarme al asiento unos 35,40 minutos antes del horario estipulado de arranque del partido, viendo los movimientos precompetitivos de cada equipo y la particularidad típicamente alemana de que la voz del estadio no es una voz anónima de una cabina sino una especie de conductor de TV/Maestro de Ceremonias/Animador, mientras se instaló a mi lado un veterano abonado que debía seguir al equipo al menos desde cuando el despropósito del Muro de Berlín cumplía con su propósito. Llegada la hora del partido, en la pantalla del estadio apareció la apertura de TV de todos las transmisiones televisivas de la Bundesliga, que dio a pie a otra costumbre típicamente alemanísima (mi favorita, puntualmente): al momento de dar la formación el conductor de TV/Maestro de Ceremonias/Animador/voz del estadio deja la garganta y los pulmones gritando el número de camiseta y nombre de pila de cada jugador, mientras que el público presente deja su garganta y los pulmones gritando el apellido del jugador. Lo que es tremendamente divertido es que después del lapsus barrabravesco, el hombre en cuestión pasa dar la formación de la visita con un tono de solemnidad que desmiente cualquier teoría que afirme que se trate de la misma persona.

El pitazo inicial propuso un arranque movido, con el Hertha Berlín tomando la iniciativa con un modernoso 4-2-3-1 mientras que Colonia esperaba con dos líneas de 4 bien compactas y arriba apostaba a Anthony Modeste, delantero francés con un estilo de juego (salvando las distancias, obviamente) similar al de Drogba: excelente juego aéreo, y buenos movimientos de espaldas al arco para aguantar la pelota y asociar al juego a su compañero de ataque Osako, a los externos Risse y Bittencourt  y esporádicamente a Jonas Hector, el lateral izquierdo, sector del cual provino la mayor generación de juego del conjunto visitante. Del juego aéreo los visitantes encontraron las mejores chances, pero lentamente Colonia fue perdiendo impulso y Hertha pasó a dominar el juego, encontrando salida en sus laterales y el desequilibrio que aportaba Salomón Kalou, jugador de gran talento, pero también reticente a demostrarlo regularmente; pero particularmente en el checo Vladimir Darida que hizo del mediocampo su dominio, mostrando una gran noción de la ocupación de los espacios en ese sector y ofreciéndose como opción libre en cada jugada. Hasta que a los berlineses les rindió frutos la salida predeterminada: el arquero Jarstein, cedía a uno de los dos centrales (en este caso, el capitán e ídolo local Fabian Lustenberger) que jugaría un pase recto saltando líneas al medio espacio hacia uno de los wines o Kalou (en este caso el suizo Stocker) para abrirla al lateral que llega. En este caso, Plattenhardt, de gran aporte  en la fase ofensiva, no fue hasta el fondo como en una jugada anterior sino que tiró un centro bajo al primer palo donde el bosnio Vedad Ibisevic cerró la jugada con un anticipo de manual. Los de Peter Stoger no encontraron respuesta en el corto plazo e inmediatamente después del gol se vieron anímicamente conmovidos y Hertha cerró el primer tiempo con una cómoda ventaja a favor al menos en el desarrollo a pesar de un tiro en el palo del peligroso pero ocasionalmente frustrante Bittencourt. El cierre del primer tiempo fue una buena excusa para recargar el vaso de Warsteiner, trámite que a pesar de la gran demanda resultó ser bastante expeditivo. En el comienzo del segundo tiempo, el tren de la publicidad de la Deutsche Bahn que anunciaba los goles en otras canchas (este partido se jugó en la englische woche) pasó cinco veces en 10 minutos, para anunciar 5 goles de Lewandowski en Munich, lo cual fue lo mas relevante que pasó en Berlin, lo cual me llevo a maldecir un poco al destino y no estar en Munich. Conforme avanzaba el partido, los de la ciudad catedral arriesgaron con las sustituciones, pero siguieron avanzando infructuosamente, mientras que los locales se hacían cada vez mas peligrosos en los contraataques, hasta que al final del partido el emergente del banco de suplentes Baumjohann tocó para que Ibisevic corra unos 40 metros sin oposición de cara a Timo Horn, lo esquivara y definiera ante el arco vacío.


Después quedó poco para contar: un regreso multitudinario, un lemeyun medio pelo en una casa de kebab en Hackescher Markt y una birra en el bar del hostel. Probablemente el cierre sea escueto, pero solo porque sabía que no iba a ser necesario, porque a los dos equipos me los iba a volver a cruzar.  

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