domingo, 22 de mayo de 2016

Europa desde una butaca: Cinco Estrellas


Casi doscientos cincuenta minutos después de haber llegado a Frankfurt después de la reveladora visita a Colonia, estaba de nuevo iniciando el recorrido para ir a Stuttgart,

El camino a Stuttgart se inició con uno de los golpes de suerte mas grandes que pueda recordar. Idealmente, el plan incluía que ese sábado 26, recorriera en transporte interurbano los escasos 30 minutos que separan Frankfurt de Mainz para asistir a la visita del Bayern Munich. Ante la concreta posibilidad de no conseguir entradas y la creciente necesidad de pergeñar un plan B, tuve la lucidez de conectar en mi cabeza (algo que ocurre con cierta frecuencia, pero no siempre oportunamente) que sabía alguien del laburo era vecino (En Buenos Aires, naturalmente) del lateral izquierdo del VfB Stuttgart, Emiliano Insúa. Mas casualidad aún, ese sábado 26 de septiembre el conjunto suabo, le tocaba fecha de local ante el Borussia Mönchengladbach. Si había un momento de la vida en el cual tenía que dejar el prejuicio personal de lado era este: tenía que hacer el mangazo. 5 minutos después de preguntarle a Sebastián, él me dijo “Dice que no hay problema, que le avises mas cerca del partido, me dijo que te pase el teléfono”. Golazo: un buen partido a costo cero, cerca del campamento establecido en Frankfurt.






Cerveza de por medio (casi una constante en todo el viaje) en el bar del hostel berlinés, había hablado con Emiliano en la semana, para felicitarlo por la victoria en la englische woche contra el Hannover (y obviamente recordarle que no me deje a gamba), me dijo que le consulte mas cerca del partido pero siendo las 9:30 de la mañana del día del partido yo no sabía si tenía la entrada a disposición. Apurando el café del desayuno del hostel de Frankfurt, llegó la confirmación de que la entrada estaba y la dirección del hotel donde concentraban. Me limité a agradecerle y consultar si tenía chance de encontrarlo después del partido para agradecerle personalmente y salí rajando a la estación, porque se me iba el tren y me tenía que clavar una hora mas (De todos modos tenía el abono y con o sin confirmación me iba a mandar para allá)
Biergarten!
Tan rápido salí que había olvidado un pequeño detalle: No había chequeado la dirección del hotel. Afortunadamente, en la oficina de turismo de la Hauptbahnhof de Stuttgart me dijeron que era a cinco cuadras de ahí. Llego al hotel, obviamente un establecimiento de la concha de su madre, cuya única particularidad era que los botones (gente que lleva el equipaje de los huéspedes, no policías) iban de lederhosen en vez de vestidos ridículos y efectivamente en el mostrador estaban las entradas. Con la entrada en mi poder, aproveche el fantástico día con el Inti Suabo (?) brillando en un cielo celeste impecable y pude sacarme la espina con esa institución tan germana como el Bundestag, la Wehrmacht o eliminar a Argentina de un mundial de fútbol: El Biergarten, que además tenía el agregado del Oktoberfest y gente con sus Lederhosen, pero sin la música esa de mierda que solo se banca después de haberte tomado 61 litros de birra. Después de un litro de Weissbier (innecesario considerando la abundante ingesta de Kölsch de la noche anterior) y un Brezel, di una escueta vuelta por el centro y me fui al NeckarStadion (ahora conocido como el Mercedes Benz Arena a fines de mercadeo) a pesar de que faltaban dos horas y media para el partido, porque, a decir verdad, tenía una vaga idea de cuan lejos estaba el estadio y ni el menor indicio de cómo llegar. Por suerte en una de las plataformas del S-Bahn local había uno con destino a un lugar llamado NeckarPark (Stadion), lo cual me solucionó el temita de ver como llegar. En un momento vacilé sobre si ese era el tren correcto, porque había alguna camiseta del VfB (Me llamó la atención particularmente un hincha que sostenía una lata de energizante y una petaca de Jägermeister y las consumía simultáneamente haciendo la JägerBomb mas distintiva que vi en mi vida) pero básicamente había muchas mas adolescentes con cuerpos de mujeres hechas y derechas cubiertos por vestidos típicos pero de corte sugerente (Que me llamaron mucho mas la atención que el Jägerbombista artesanal, pero que en retrospectiva me dejaron contrariado) de las festividades de Octubre en Alemania (Contrariamente a la estructura germana y a la literalidad se festejan mayormente en Septiembre). Conforme se acercaba el tranvía se iba acercando al estadio se sumaron mas hinchas, mas gente disfrazada de OktoberFest pero a su vez mas niñas portando remeras de Violetta con sus madres, lo que en lugar de alegrarme por el éxito de un compatriota me dejó bastante desorientado porque 10 de cada 10 niñas portaban una remera con su cara ¿Su popularidad global sería mas amplia de lo que yo pensaba? ¿Sería la artista de preferencia entre hipsters alemanes de 4 a 6 años? ¿Serán una secta infanto-satánica? Muchas preguntas, que tratándose de una artista vinculada a Disney, cualquier respuesta podría ser posible. Finalmente, se fueron revelando las dudas en el camino del tranvía. Inmediatamente a la derecha de la estación NeckarPark (Stadion) había un parque de diversiones donde confluía la gente que iba a celebrar las festividades de Octubre en Septiembre, en una carpa gigante, donde fluía a buen ritmo la cerveza y sonaban esas polkas de mierda. Seguí caminando con los fans del Stuttgart y las fans de Violetta con sus respectivas madres, cruzando un puente que pasaba por sobre (obviamente) la MercedesStrasse y que te depositaba en el Porsche Arena donde, oh casualidad, iba a haber una performance artística del producto manufacturado de Disney. Mas adelante, estaba el templo del fútbol al que tenía acceso. Di una vuelta mas en rededor (?) del estadio donde había un par de bares para comer sentado, pero también un par de puestos de expendio de cerveza y bratwurst. Tenía planeado entrar al local oficial sito en un inmueble adjunto, pero se encontraba en remodelación, lo cual no hizo mas que acelerar mi ingreso al Mercedes Benz Arena a falta de mas de noventa minutos del inicio del partido.
 
Mercedes Benz Business Center a.k.a Puerta7
Desde un punto de vista íntimo sentí que el ingreso fue bochornoso. Busco la puerta 7, asignada para mi ingreso. Veo los ingresos para las puertas 1 a la 6, un edificio negro vidriado llamado Mercedes Benz Business Center y detrás las puertas 8 a 13. Me resisto a creer que eso es un ingreso al estadio, mucho menos el que me corresponde a mi aún con un ingreso protocolar. Pregunto a los voluntarios apostados a tal fin. Me dicen que corresponde. Puteo y pregunto internamente porque no a) ponen el nombre del edificio en la entrada o b) no le pintan un 7 en el edificio. Ingreso al edificio: recepción grande, interior de madera, escalera a un segundo piso, empleados ataviados de manera elegante, gigantografías tipo murales de viejas glorias del VfB. Paso la entrada por un lector. Me cortan la entrada con la mano como si fuera un partido en la cancha de Estudiantes de Buenos Aires y me ponen una cinta violeta en mi muñeca derecha. Me quedo parado con la entrada en la mano mirándola, sin poder entender el porque de tanta brutalidad. Puteo porque me voy a quedar con un recuerdo dañado. Me doy cuenta que la brutalidad se extiende a mi muñeca: La cinta aprieta. Puteo de nuevo. Paso y subo dos pisos por la escalera. Llego a un salón que es una especie de salón de fiesta, mesas redondas impecablemente dispuestas, sillas acordes, mozos yendo y viniendo, gente comiendo y bebiendo, un escenario con dos sillas y un par de teles con un partido de Bundesliga.2. Intuyo que no es el lugar al que debería acceder. Me doy vuelta y vuelvo al primer piso. El primer piso es mas un tipo entrepiso y no hay una mierda. Vuelvo al segundo piso. Me quedo haciendo que miro las gigantografías: Klinsmann, uno que si la memoria visual que tengo del album de figuritas del mundial 94’ supongo que es Balakov (mucho mas luego confirmé que era la otra mitad del núcleo creativo de ese ilustre equipo búlgaro), el último equipo que salió campeón en el dosmilalgo y muchas otras fotos en sepia reflejando epopeyas deportivas de antaño que desconocía. Me asomo de vuelta al salón. Veo una puerta con algo verde al fondo. Paso al salón, me acerco a esa puerta y compruebo que aquello verde era el campo de juego. Nadie me interpela por mi presencia ahí y busco la puerta que me correspondía. Cuelgo mi campera en un perchero al lado de la puerta que me correspondía. Empiezo a pensar que efectivamente ese era mi lugar. Doy una vuelta mas por el salón, detecto 5  barras donde dispendían bebidas y 3 buffets donde había cantidades ingentes de comida. Tengo sed. Pienso que si consumo algo me van a romper el culo. Pido un vaso de agua, total eso no se le niega a nadie. Me dan el vaso de agua. Temo que me cobren. Agradezco. El joven que me dio el vaso de agua me dice nada. Espero una fracción de segundo que me parece una eternidad, a la espera de una reacción posterior. El joven no me pide contraprestación y se dispone a seguir sirviendo vino en unas copas. Me voy a tomar la copa de agua. Mi mente procesa que es todo gratis. Mágicamente los signos de resaca desaparecen y vuelvo a sentir apetito. Apuro la copa de agua y me agarro una de birra. Tampoco me cobran. Una nueva sensación de coraje se apodera de mi persona, siento que no tengo límite alguno, soy invencible, el puto amo de Baden Württenberg. Dejo la copa vacía en la barra y me voy al buffet. Me lleno un plato con cantidades moderadas de jamón asado, ensalada y otras verduras salteadas. Arranca una especie de show en el escenario donde un tipo le hace una entrevista a otro y pasan goles viejos de otros Stuttgart-Gladbach. Consumo el plato de comida con una copa de birra. Termino la copa, un mozo me la retira y antes que me de cuenta efectuó la reposición. Se repite la secuencia anterior de la copa. Percibo pasmado que también hay camisetas del Gladbach. Estoy picado y pienso que si me vienen a cobrar no pago una mierda y les digo que lo carguen a la cuenta del “2”. Después pienso que si está todo pago sería una pena no aprovecharlo. Me reafirmo en lo anterior pensando que si me vienen a cobrar no pago una mierda y les digo que lo carguen a la cuenta del “2” Me sirvo otro plato con comida. Iba a probar el salmón, pero me mantengo con el jamón, esta vez con unas bolas de papa y una especie de soufflé de queso, acompañado de la cerveza de rigor. Estoy picado al punto de estar a la espera que ingresen los novios. Ah, si. Había un partido. Un papelón lo mío.

Tomé mi lugar en la platea a fin de meterme en clima de partido. Pasaron los movimientos precompetitivos, el show del conductor de TV/Maestro de Ceremonias/Animador en un sillón que estaba en un corner, un cocodrilo (muñeco, Colonia es la única ciudad alemana donde meterían un animal vivo en una cancha) que andaba por ahí y el clásico  ritual del anuncio de las formaciones.
Habiendo seguido bastante de la campaña del Stuttgart puede afirmarse que el partido de los por ese entonces dirigidos por Zorniger fue típico. Una especie de pressing tibio en toda la cancha con todos los beneficios y contras que eso implica con demostraciones crónicas de ineptitud en toda la cancha. A pesar de un arranque superior en desarrollo, Stuttgart se encontró dos goles abajo cortesía de un balón parado de Xhaka y un desafortunado gol en contra de Gentner. Los locales, alentados por su gente al ritmo de los Fabulosos Cadillacs, siguieron en su búsqueda ofensiva con escaso recelo por el aspecto defensivo y mas escasa puntería aún hasta que Ginczek de penal llegó al descuento.

Zona de Hospitality
En el entretiempo me dispuse a ir al baño con la consigna de evitar consumir cerveza, pero en el salón estaban sirviendo currywurst, lo cual fue causal de consumo de dos o tres cervezas mas (ya había perdído la cuenta). Esto viene a cuenta de lo que sirve como resumen del partido en general: Como quien escribe, el Stuttgart se fue desdibujando conforme avanzaba la jornada. El VfB aún tenía volumen de juego como para jugar en campo rival, pero los escasos momentos donde el juego trascurría cerca de la zona defensiva del Stuttgart hacían temer que tal vez el gol de la visita llegara primero. Casi hasta el final no llegó el acto que precipitó el desenlace del partido: Nuestro héroe Insúa mostró su humanidad dejando corta una bocha, hecho que fue debidamente aprovechado por Raffael, que como una bala perdida se fue solo y puso el 3-1 definitivo.

Después de gestiones infructuosas por la obtención de Wi-Fi, que consistieron mayormente en un coqueteo con una morocha extrañamente simpática (En esa zona aparentemente la amabilidad es obligatoria, pero la simpatía no se usa tanto)  que trabajaba allí (el coqueteo también fue infructuoso), ya no había posibilidad de poder agradecerle personalmente a Emiliano después del partido, por lo que quien escribe trató de sacar el mejor provecho financiero a la situación: me ahorré la cena a merced de la amplia selección de quesos que ofrecía el servicio de catering e ingresé a mi organismo otro litrito de Krombacher.
Subido al S-Bahn que me llevaba de vuelta al HBF de Stuttgart prontamente me di cuenta que no era el único que se había quedado escabiando después del partido: Además de los que fueron a tal fin al OktoberFest en el predio adyacente, había un hincha del Stuttgart en estado visiblemente etilicoso y un puñado de hinchas visitantes, vociferando su apoyo a los Potrillos, golpeando las instalaciones del tranvía y gritando algo de la Champions League, dejando al resto del pasaje mirando de reojo en un típico gesto teutón de indignación pasiva.

Después de una (no tan infrecuente) demora del tren de la Deutsche Bahn que me devolvía a Frankfurt, volví a recuperar el Wi-Fi y le agradecí efusivamente la entrada a Emiliano por What´s App (No se si daba para decirle que me ahorre el almuerzo y la cena y volví con un nivel de alcohol en sangre no recomendable) y me dispuse a hacer dos cosas que llevaba bastante tiempo sin hacer: Tomar un vaso de agua e irme a dormir un buen tirón.  

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