jueves, 28 de septiembre de 2017

Europa desde una butaca: Apéndices - Castillos Vacíos II y cuentas pendientes

Edinburgh – Una historia conocida

Easter Road
Gran ciudad, pero lugar que uno no asociaría con el fútbol. De todos modos, es el hogar de dos clubes que tienen una dicotomía similar a la de Glasgow, pero que ha quedado en el olvido para pasar una cuestión de pertenencia a determinado sector de la ciudad. Mi primera visita fue a las instalaciones del Hibernian, club que estuvo inicialmente vinculado a la siempre sufrida y numerosa comunidad católica irlandesa de la zona de Cowgate, área de donde se transportaba el ganado hacia el mercado de la ciudad anteriormente y donde en la actualidad, los turistas recorren su historia de día y recorren sus bares y clubes de noche. Su nombre deriva de Hibernia, nombre que los romanos dieron a Irlanda y significa “tierra del invierno”. Salí desde Waverley, la estación central de la ciudad, caminé por la comercial Princes Street, hacia la calle Leith para rodear Calton Hill. De ahí agarré la apacible calle London hasta Easter Road, que da nombre al hogar del Hibernian, aunque no esté sobre esa calle. Se trata de un estadio prolijo, en apariencia modernoso, con una prolija tienda comercial, situado en una parte de la ciudad que tiene mucho menos brillo que el centro turístico y que tiene mas que ver con la real composición social con sus supermercados de precio convenientes, sus almacenes de producto exclusivamente polacos y/o rusos, con el pulso del día a día del laburante  que hace su vida al margen de los turistas que llegamos en busca de castillos y kilts. 

Tynecastle
Si uno se toma el colectivo de la línea 1, puede ir al hogar del dueño de la otra mitad de la ciudad, Heart of Midlothian, mas conocido como Hearts, tomando nombre y escudo de la cárcel de la ciudad ya que los fundadores del club trabajaban allí (En la famosa Royal Mile, aún se puede apreciar el famoso mosaico con el escudo de la cárcel e incluso se lo puede escupir, pero si se falla en el esputo, se es pasible de multa). En Gorgie, una zona de la ciudad que no parece puntualmente mas acomodada que la de su rival, se encuentra el estadio de Tynecastle, cuyo estacionamiento y tienda comercial se encuentran sobre la calle McLeod. A decir verdad, no supe determinar si las estructuras originales habían sido respetadas y su estilo tenía algo de retro o si las instalaciones estaban algo deterioradas. Al igual que en Easter Road, un par de fotos al exterior, otra visita a un prolijo local comercial y de vuelta en la calle. Mientras tomaba el colectivo para volver al centro, me di vuelta y detrás de Tynecastle estaba la imponente silueta de Murrayfield, el estadio nacional de rugby, reflejando que en esta ciudad tal vez el fútbol esté a la sombra del rugby


Birmingham –El palacio de Aston


Fui por el metal, me quedé por el fútbol: En realidad no, pero si hubo de las dos cosas. Llegué a la fantástica estación central de tren de Birmingham New Street y luego de dar un par de vueltas, junté coraje y me hice una escapada a la zona de Aston, hogar actual del Aston Villa, pero principalmente escenario y musa inspiradora de Black Sabbath, la banda que dio inicio al género del Heavy Metal, otro gran pasatiempo de quien escribe (Pero no me da la cara para escribir un blog de eso). 

En vez de bajar en la estación de Aston bajé en la siguiente estación, Witton, que por su apariencia bien podría localizarse en el algún lugar del conurbano en vez de algún lugar en Birmingham. Caminé 150 metros entre una fábrica abandonada con murales alusivos al campeonato continental obtenido por el club y casas bastante descuidadas y ya me encontré en el estacionamiento del Villa Park, un estadio bien mantenido, pero con el encanto tradicional de los estadios típicos ingleses. Como hasta ese momento saqué un par de fotos al exterior y entre al local comercial sin comprar nada ya que si bien la ropa tentaba , el cartel de la inminente visita de mi Wolverhampton a ese inmueble me recordaba que de alguna manera estaba ahí como infiltrado. De todos modos, una vez que di la vuelta (Después de pasar por una calle que pasa por debajo de la tribuna) me encontré maravillado por la casa de los más acérrimos fanáticos del conjunto de Birmingham: La Holte End. La fachada antigua con ladrillos a la vista en el estilo industrial típico de la ciudad, las escalinatas, los vitrales, el Holte Hotel... Después se camina Aston y se vuelve a la realidad: una ciudad cuya banda de sonido al son del metal pesado fue reemplazada por el movimiento de los negocios a la calle, donde las caras redondas y rozagantes fueron reemplazadas por rasgos de lares hindúes/islámicos y los pubs dieron lugar a las mezquitas como lugar de reunión. A pesar de que los tiempos cambiaron, cerca de la estación de Witton hay un pedazo del Birmingham de hace 40, 50 años y recuerda a todos que este club, al igual que su ciudad, supieron conocer tiempos mejores, pero que la historia y la grandeza siguen ahí. Solo el tiempo dirá si todo volverá a ser como antes.


Dublin - Cerrando el círculo


Odio las fechas FIFA. Me chupa un huevo la selección, el 95% de los que juegan ahí y todos los obsecuentes que la rodean. Le deseo lo peor a la AFA en todo lo que emprenda por inútiles y corruptos. Solo la presencia del Tigre Gareca en Perú logra ponerle un poco de pasión a esas fechas, porque uno siente cierta gratitud a aquellos que lo hicieron feliz alguna vez.
The Fields of Athenry
Dublin no era un mal lugar para estar en una fecha FIFA ya que no es una de las grandes capitales del fútbol mundial justamente. Justo jugaba la selección local contra Georgia, pero el alto precio de las entradas (160 euros la mas económica), me hizo recalcular planes. Por eso en vez de pasar el día en la ciudad, tomé una excursión a Irlanda del Norte donde tomé dimensión de todo lo absurdo que era la situación política en la isla (la decisión del Brexit lo hará todo mas absurdo aún) y pasé por lugares absolutamente impresionantes. Al final de la excursión que había durado todo el día, el guía hizo algunas recomendaciones respecto a que hacer a la noche, entre ellos ver el segundo tiempo del partido de la selección a un bar llamado “The Celt”, la cual acepté y resultó ser una gran decisión. Entre Guinness y Fish & Chips hice las paces con Robbie Brady sin que el lo supiera. Tampoco supo que le había deseado lo peor después de ese zurdazo fantástico que echó por tierra mis ilusiones de ver a mis Wolves ganar. Pero la imagen de un Brady yaciendo inerte en el piso después de un horrible choque de cabezas, me hizo pensar que tal vez no le deseaba tanto la muerte al volante zurdo del Norwich. Un par de birras después, ya con el partido finalizado me encontré camino al baño con un cuadro que contenía la letra  de Fields Of Athenry, la canción que me perdí por omisión/negligencia en Glasgow. 

En un bar del centro de Dublin, a metros del Spire, me echaron un poco de sal en la herida. Pero tampoco eran tan pendientes las cuentas. 

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