Sé que definitivamente duro el epíteto. Incluso el que lee por primera vez debe tener claro que desde este humilde espacio se defiende la postura encasillada en el Bilardismo sin caer en el Bidonismo. Mas si estamos hablando de uno de aquellos hombres que han dejado una huella imborrable en la historia del fútbol. Muchos enfermos menottistas enarbolarán banderas del fútbol que le gusta a la gente, de “hacer la nuestra” y que todo lo que no se encuadre dentro de los dos antes mencionados ítems es “chamuyo”, por lo que probablemente si ud. estimado lector, se encuentra dentro del antes mencionado grupo, leerá cosas que herirán su sensibilidad. En pocos casos se nota tanto la influencia del historial personal de un individuo
Valeriy Vasylyovych Lobanovskyi o en ucraniano Валерій Васильович Лобановський nació en Kiev, Ucrania (en aquel entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) en un único e irrepetible (?) 6 de enero de 1939. Esto, desde un punto de vista histórico implica que creció en la era de la posguerra donde patear algo similar a una forma esférica podía llegar a ser algo similar a un rato de diversión. Esta situación lo llevó a interesarse en el fútbol. Como en la mayoría de estas historias, los viejos se pusieron un poco la gorra y no tenían muchas ganas de que el pibe se dedicara al fulbo. Como vieron que la cosa venía difícil de torcer, solo le dijeron que al igual que en la vida, al fútbol se juega con la cabeza, no con los pies. Con esto en mente, terminó la secundaria con honores y se metió al Politécnico de Kiev mientras todavía persegía lo que le dictaba su deseo de jugar al fútbol, algo poco común, porque, mi querido lecteur, como lo llamaría a ud. Elio Rossi si él estuviera escribiendo esto (?), el estereotipo del jugador cabeza de tacho (y sus honrosas excepciones) se cumple en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento de la historia. Hasta que un día (uno cercano al final de la década del 50’) lo llamaron para jugar en el Dinamo de Kiev y largó los estudios a la mierda. Pero ese paso, lo marcaría para siempre.
Ya establecido como jugador Lobanovsky se destacó como figura en un equipo que formó la base de la URSS campeona de la Eurocopa de 1961. Parafraseando a Cl*rín, dicen que no era un fenómeno, prueba de ello es que jugó solo dos partidos a nivel internacional (lo que no es despreciable igualmente). Pero era un wing izquierdo muy hábil con la pelota al pie y armaba una gran dupla con el centro delantero Oleh “Coco” Bazilevich, quien sacó gran provecho de una pegada en pelota quieta y en movimiento, admirada desde Moscú a Bakú pasando por Tbilisi y donde carajo se les ocurra, que nuestro héroe de turno pulió practicando sistemáticamente y utilizando sus conocimientos en la ciencia predilecta de Paenza (?). La pulió a tal punto que fue el primero (y sospecho que el único) por esos pagos que se cansó de hacer goles olímpicos, pegándole llovido y con mucho rosca de modo que cayera exactamente detrás del arquero y dentro del arco. Ese Dynamo Kyiv (campeón soviético de Liga y Copa) era dirigido por un tal Maslov, cuya influencia en el pensamiento Lobanovskyiano fue enorme y que examinaremos después, pero que no se llevaba bien con el zurdito, porque este no entendía porque carajo lo mandó a jugar en la novedosa posición de volante izquierdo. Después de dos pasos breves por Chernomorets y Shakhtar Donetsk, Lobanovsky se hinchó los huevos y se retiró como jugador a la edad de 29 años. Pocos entendieron en su momento la decisión, todos en Ucrania después lo agradecieron.
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Corran putos! |
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Sabía él que su vocación era entrenar. Sabía cómo lo tenía que hacer, que conocimientos tenía que aplicar, hacia donde se dirigía el fútbol como juego… aunque flaqueó en un momento, porque no lo llamaban para dirigir y casi manda todo a la mierda para dedicarse a ser… plomero. Lo llamaron del segundo escalafón del fútbol soviético, un club llamado Dnipro Dnipropetrovsk, modesto en aspiraciones, pero rico en consonantes (?). Ante
Garmaz el atento seguimiento de un joven Altamira (?) lo ascendió a la división de honor soviet, y allá se acordaron de ese zurdito que le pegaba como ninguno y lo llamaron para dirigir el Dynamo de Kiev, equipo donde descolló. Para resumir, mal no le fue: en su primer paso del 74’ al 90’ ganó 8 ediciones de la muy exigente liga soviética, 6 copas soviéticas y dos de la ya extinta Copa de Ganadores de Copa,
siendo el primer y único equipo de la URSS en imponerse en el plano continental. De hecho, recién 20 años después, un equipo de la ya ex URSS, pudo imponerse en la silueta del CSKA en la copa UEFA. Mientrás guío a la selección, logrando un bronce olímpico en el 76’, haciendo agua en el 82’, siendo bombeado en la Euro del 84’, se las ingenio para armar un gran equipo que fuera clara y nuevamente bombeado en el 86’ y que dos años después llegara a la final de la Eurocopa, solo para caer ante
uno de los goles más icónicos de la historia deeste juego. En el 90’ la Perestroika mandó todo a la mierda y la URSS quedó última en el grupo que integrara la Argentina. Lobanovskiy aprovechó y se fue a la cálida Dubai, a
robar dirigir la selección de los Emiratos Árabes Unidos tres años y posteriormente tres años en Kuwait. Para ese entonces todos pensaban que Lobanovskiy ya estaba de vuelta. Su camino se encontró con el de un decadente Dynamo Kyiv, su amor de toda la vida, lugar donde paradójicamente la dejó. De un equipo de mitad de tabla en la emergente liga ucraniana y echado por soborno de competencia internacional, terminó dando vuelta la taba y ganando cinco ligas al hilo y
armando un memorable equipo que llegara alas semis de Champions liderado por un pibe que jugaba un poco. En el medio volvió a la selección, pero le fue y lo echaron.
Hasta aquí, lo que se tipeó antes no es más que una breve reseña de alguien que tuvo una historia particular, fue un excelente jugador y se destacó como entrenador. Lo verdaderamente destacable es que los métodos del ucraniano fueron muy adelantados para su tiempo, e incluso muchos no han llegado a este país, hasta que Ramón Díaz puso a su hijo como especialista en informática (?). Igualmente lo anterior sirve para entender porque Lobanovskiy terminó siendo el entrenador que fue.
Básicamente, para Lobanovskiy, el fútbol era un sistema de 22 elementos donde chocaban dos subsistemas de 11 elementos dentro de un área determinada (la cancha) y sujeto determinadas leyes (el reglamento), donde se terminaba imponiendo el subsistema que fuera más fuerte. Pero este análisis estaba sujeto al hecho de que lo que determinaba la fortaleza de ese subsistema, no era la calidad de sus componentes, sino que era la forma en la que actuaban entre si esos componentes. Lisa y llanamente, ganaba el que mejor funcionaba como equipo, no aquel que tuviera mejores jugadores, lo que dicho hoy será una obviedad para algunos, tal vez en esos tiempos no lo fuera. A la luz de lo antes expuesto, hay que ser siome para no darse cuenta de la influencia que la ciencia (y su pasado en ella) tendría sobre su carrera. A tal punto pidió una computadora apenas asumió en Dynamo Kiev (hay que acordarse de que eso fue en el 74’ y en esa época en la URSS era más fácil encontrar un Mc Donalds que una PC) donde recopilaba información sobre sus jugadores y los del rival, estadísticas (como pases mal dados, distancia recorrida, esquemas que mostraban donde se movían los jugadores), planes de entrenamiento, la fafafa dietas para los jugadores, fragmentando para analizar cada componente del juego en su máximo detalle y todo aquello que escapa al ojo del hincha futbolero, pero que en el día de hoy se tienen en cuenta de manera obsesiva de modo de no dejar nada librado al azar.
Asimismo el trabajo de campo y como se reflejaba los domingos, es lo que dio fama al tacticista
ucranio a cada partido que sus equipos jugaban. En primer lugar, él esperaba que sus jugadores se adapataran a cualquier situación del juego, es decir que los defensores puedan atacar y los atacantes puedan defender ¿Recuerdan a Maslov, ese con el que se peleó y se fue del Dynamo como jugador? Bueno, de él tomo el concepto de presionar bien arriba y de allí los atacantes empezaban a defender y los laterales solían subir al ataque, algo que solo era común en Brasil. Desde esa base, empezaba a acercar su idea al fútbol total bajo el precepto de desarrollar nuevas variantes que no permitan al oponente a adaptarse a su estilo y atacando de manera en las que el rival no esté acostumbrado y eso lo fuerce a cometer errores. A diferencia del 4-3-3 o incluso 4-2-4, que eran moneda corriente Lobanovskiy implementó un 4-1-3-2, que le permitía achicar espacios hacia adelante presionando o achicar espacios para atrás y saliendo de contra
como le ganó al At. Madrid en la final de la Copa Ganadores de Copa del 86’ y que perduró en el tiempo. Más allá de dibujos tácticos, lo que le importaba a Lobanovsky era que sus equipos jugaran a la mayor velocidad posible con una precisión exacta a la hora de pasar la pelota como se veía en el link anterior. Para esto implementó el término de “velocidad colectiva” e incluso a sus jugadores los hacía jugar partidos de fútbol 5 con los ojos vendados a tal fin, además de controlar el aspecto físico como ninguno, dando atención a la recuperación post partido, cosa jamás vista hasta entonces.
Uno ha de suponer de jugar bajo su mando debió ser insoportable
incluso, mas que SImeone dado sus métodos de entrenamientos rigurosos, la intromisión en la dieta de los jugadores y esas cosas. Pero Lobanovskiy era considerado por sus dirigidos algo mas que solo un gran entrenador. Cito directamente sus palabras:”No solo tomo en cuenta el aspecto deportivo. Estoy igualmente inspirado por las ideas científicas que me permiten establecer métodos de entrenamiento tanto como por las ideas filosóficas que me permiten organizar el grupo de hombrse que manejo” Además se permitía licencias ideológicas en algunos casos: Si había jugadores al menos del 100% en cualquier aspecto, no jugaban, salvo excepciones como
Belanov o
Zavarov, de quienes Lobanoskiy consideraba que tenían un talento y entendimiento del juego superior al resto. Además, abundan casos de jugadores que brillaron bajo su mando y que después terminaron haciendo menos de lo esperado o directamente muy mal. Un tal Alexei Mikhailichenko, que para Lobanovskiy era el paradigma del jugador completo, fracasó asquerosamente en Escocia, Rebrov fracasó totalmente en Inglaterra teniendo grandes pergaminos junta a Shevchenko, Belanov era un gran valor (mejor jugador europeo en 1986), pero después de la Perestroika, se fue del ala protectora de Lobanovskiy y terminó preso en Alemania por robar, porque como jugador fracasó y se quedó sin un mango, Zavarov iba a la Juve a reemplazar a Platini, pero fracasó y terminó tratado por depresión y así podemos seguir bocha. Incluso Shevchenko y Kaladze que hicieron grandes carreras sin él, le dicen a quien le interese y a quien no también lo influyente que fue para ellos, a tal punto que Sheva dejó en la tumba de Lobanovskiy la medalla de la Champions que ganara con el Milan como tributo.
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Monumento a Lobanovskiy |
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El estadio Valeriy Lobanovskiy |
La vida de Lobanovskiy entró en tiempo de descuento en el mismo lugar en el cual el ucraniano trascendió: el banco de suplentes. Su salud venía deteriorada, pero el infarto que sufrió durante el Dynamo Kiev - FC Metalurh Zaporizhzhya (otro club modesto, pero rico en consonantes) lo condenó a dejar este mundo seis días después. llovieron homenajes en su memeoria: el antes mencionado de Shevchenko, un minuto de silencio en la final de Champions dos días posterior a su deceso y en Dynamo Kiev querido (?) le hicieron un monumento y bautizaron al estadio con su nombre. Tributo mericdo a un pionero del fútbol de hoy. A quien le pese el fútbol de hoy
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