A uno le atraen historias que excedan lo común, mas no sea viéndolas en retrospectiva. Y están aquellas también a las que a sus protagonistas la Historia les reserva un lugar muy particular.
Y además hay casos como el del Sr. Miodrag Belodedici (Se pronuncia Belodedich) o “El Venado” por
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No es solo sinónimo de tomar marcas |
Tardaron en llegar los títulos, pero después de muchos tongos asquerosos años de trabajo, empezaron a llegar. El punto máximo de este ciclo llegó en 1986 en Sevilla. Después de superar a los campeones de Dinamarca, Hungría, Finlandia y Bélgica en ese orden, se enfrentó al Barcelona. Dejó de lado el fútbol ofensivo que venía practicando y solo se limitó a contener y desgastar al Blaugrana. Ducadam pasó a la inmortalidad y contuvo cuatro penales para ganar la Champions, aunque a un costo de 40 o 50 hinchas Militarii que desertaron en el desarrollo del partido. Desafortunadamente en Tokyo presentaron un equipo disminuido respecto de aquel que dio el gran golpe en Sevilla, pero al objeto de este artículo le fue negada por el juez la oportunidad de convertirse en el ídolo de cualquier bostero termo , ya que cayeron ante el River de Candelmo Hector “El bambino” Veira.
Disgustado con el destrato que se daba con el tiempo a él y a sus compañeros, decidió que su etapa en Rumania estaba cerrada. Pero salir del sistema cerrado de los Ceaucescu en esa época sería una empresa difícil. Aprovechando sus contactos con las más altas esferas del poder por jugar en el equipo de la milicia, logró que le concedieran un pasaporte y escapó al sur a poner una hostería en El Calafate a Yugoslavia, con la excusa de que su madre tenía un permiso para visitar a su familia en Serbia. Conseguir asilo político, al ser Yugoslavia otro país del bloque comunista le fue fácil, pero más allá de que no estuvieran muy contentos en Rumania con la deserción de Belodedici, cualquier jugador del plantel de Steaua, solo por pertenecer al plantel, tenía rango militar, lo cual le valió una condena de 10 años In Absentia por Traición a la Patria, que con la caída del régimen de Ceaucescu, fue revocada.
Una vez resuelto el temita este de la huída y del asilo político, surgió otro tema: Donde jugar al fútbol. Hay regiones donde el equipo más popular es uno de otro país por ausencia de un club de peso, por cuestiones representativas, por el peso de la globalización, o más de una de las situaciones ya mencionadas, y ejemplos hay varios: Celtic en Irlanda, Boca en Bolivia, los equipos ingleses en Asia o África y el Estrella Roja en el sur de Rumania. Belodedici era una de los tantos rumanos que simpatizaba con el equipo de Belgrado. Entonces un día se apersonó en un entrenamiento, obtuvo una cita con el manager del equipo y le explicó quien era y que quería jugar en el equipo, que era hincha, que conocía a todo Estrella Roja, que lo veía siempre y que justo en su puesto el titular ya estaba un tanto añejo. Cuando se disipó todo ese humo de la oficina, su futuro empleador cayó en la cuenta de quién era su interlocutor recordando algún partido internacional, no dudó.
Después de un año de suspensión de FIFA (Nunca rescindió su contrato con Steaua) y mundial de 1990 con Rumania de por medio (Para ese entonces ya le habían levantado los cargos de traidor), en 1991 Belodedici tenía su cita con la historia. El lugar, Via del Mare, en Bari. La ocasión: final de Champions Liga League. Las figuras de ese equipo yugoslavo eran cracks de verdad como Prosinecki, Savicevic, Jugovic, pero en la final el sistema defensivo liderado por Belodedici fue clave. Un partido de gran nivel técnico, mas árido en emociones, vio al Crvena Svezda alzarse con la orejona por penales. Belodedici anotó el suyo y se convirtió en el único hombre tras la Cortina de Hierro en haber ganado mas de una vez la competencia máxima en Europa. Seis meses fue a Tokyo nuevamente, y se clavó un par de sakes y a una geisha se dio la revancha y se alzó con la Intercontinental contra las zorras Colo Colo por amplio margen.
Descendió la guerra sobre Yugoslavia y Belodedici se fue a España corriendo detrás de las pesetas al Valencia, donde es muy recordado (y muy bien), en un paso durante el cual jugó el mundial de 1994 y de ahí se dedicó a robar se fue para Valladolid, Villarreal, Los Potros de Hierro de Atlante de México (donde no es muy bien recordado) y jugó un buen rato antes de retirarse en Steaua, su equipo original.
Hoy dirige el fútbol juvenil en su Rumania natal y aunque dicen que estuvo involucrado en un par de manganetas, sigue siendo una figura muy respetada e incluso tiene una línea de cervezas consagradas a su imagen. Podrán seguir seguir brotando los Belodedicis, Popescus, Hagis y Lacatuses (?) bajo su gestión, pero que Palermo me perdone lo que voy a escribir (?) su carrera como futbolista fue verdaderamente de película
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