Hace poco, como es de público conocimiento, Clarence
Seedorf se alejó de la práctica del fútbol profesional para emprender el
estresante camino de la dirección técnica nada menos que en el AC Milan. No
viene a título (desde el lugar de simpatizante) de juzgar los pergaminos que
tiene el surinamés/holandés (una persona de múltiples intereses) para
estrenarse en un cargo como ese, pero la decepción por la noticia de quien
escribe fue enorme. Creo que nos perdimos la chance de ver a un jugador de
trayectoria legendaria en Europa (gano 4 Champions en 3 equipos distintos)
jugar la Libertadores, un torneo que para este humilde escriba tiene su encanto
especial. En fin, suscribo totalmente con este post del sitio Impedimento.
A su vez, estamos inundados de historias de players de
la patria grande bolivariana (?) que triunfan en el viejo continente. Messí,
Ronaldo, Pe*é, Maradona y tantos otros que es al pedo enumerarlos. Pero
son pocos aquellos que la viceversean (?). Hoy por hoy son muchos los casos de
jugadores sudamericanos que cuan mercenarios (?) deciden enlistarse en los
libros de selecciones europeas, porque no pueden jugar en los de sus países
nativos pero que son esencialmente sudamericanos y que vuelven a jugar en sus
país de nacimiento. Hablo de tipos como Deco (jugó para el seleccionado
portugués), Camoranesi (Italia) o en menor medida Trezeguet (Francia), sin
perjuicio de ejemplos de jugadores retirados como Pizzi (España) que también se
ajustan a esta situación. Hay ejemplos de europeos (mas puntualmente españoles)
que huyendo de las realidades belicosas de sus país nativos ejercieron el
oficio de futbolista por estos pagos. Mas aquí en el tiempo, como todos
sabemos, la opulencia europea hizo mucho mas copioso el éxodo de jugadores
sudamericanos a Europa y casi inexistente el flujo de futbolistas europeos
hacia Sudamérica y pongo casi porque salvo algún que otro paracaidista, hubo un
jugador que rompió la tendencia.
Dejan Petković
ostenta como lugar de nacimiento Majdanpek, un pequeño
pueblo en lo que hoy es Serbia, antes considerado Yugoslavia. Fue allí donde
nuestro homenajeado (?) hizo sus primeras armas en este impiadoso deporte que
todos amamos, pero sus condiciones fueron muy evidentes desde el primer
momento, por lo que ese pequeño poblado ya no era lugar para el joven Dejan.
Siguió los pasos de su hermano mayor y se fue para Nis, a defender la divisa
del Radnicki de esa ciudad. Su físico portentoso para los estándares de
cualquier joven de su edad le valió el apodo de Rambo y la posibilidad de debutar
15 días después de haber cumplido los 16 años en el primer equipo. Pero no eran
sus cualidades físicas las que lo hacían destacar, sino las técnicas. Era un
trequartista de una técnica impecable, pero no de los organizadores de juego,
aunque si era preciso como pasador. Tenía una técnica impecable. Cuando tenía
la pelota no se la podían sacar: Cuando la llevaba pegada al pie o la tiraba
larga, era lo mismo: la bocha era siempre inalcanzable para el marcador rival.
Pero a pesar de todos estos atributos, era excepcionalmente preciso y potente
para encontrar el arco rival; de cerca o de lejos; a pelota quieta o en
movimiento, de frente al arco o sin tanto ángulo. 53 partidos y 34 goles
después, en 1991 Petković dio el primer gran paso de su carrera. El por
entonces campeón europeo, el Estrella Roja de Belgrado vino por él y Rambo no
se negó, dado que para él representaba un anhelo a nivel personal y
profesional.
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Ni a tiros lo bajaban a Rambo |
Por ese motivo no le importó que Crvena Zvezda fuera
un equipo absolutamente desmantelado respecto de aquel que derrotara al
Olympique de Marsella en Bari, tras la caída del régimen comunista y las
mayores facilidades para pasar del otro lado de los escombros del Muro de
Berlín (?). Le llegó a ganar a Colo Colo en Tokio y rápidamente se convirtió en
el lider futbolísitico y emocional de un equipo que ya no era la fuerza europea
que solía ser a nivel europeo, pero seguía marcando el pulso a nivel doméstico.
En sus cuatro años desarrollando su juego en el estadio apodado “Marakana” en
Belgrado, Petkovic mostró números sensiblemente mas bajos en términos de goleo
(38 goles en 132 partidos) pero su juego había crecido en todos los demás
aspectos de manera notable. Llegado 1995, a la edad de 22 años, Petković era
ídolo (y hoy lo sigue siendo) indiscutible de la monada RojoEstrellada (?),
frecuentaba la selección yugoslava que recién veía su suspensión levantada por
FIFA (que los dejó fuera de la Euro 92’ donde fueron reemplazados por el a la
postre campeón Dinamarca) pero el club ya no podía sostenerlo y llegó una
oportunidad que Rambo no podía dejar pasar.
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Real decepción |
Real Madrid llamó a su puerta y son muy pocos los que
pueden decirle que no. Petković claramente no pertenecía a ese grupo. Pocos son
también los que logran un éxito que les permita ingresar en la historia dorada
de tan ilustre club. Petković tampoco pertenecía a ese grupo selecto. Jugó 6
partidos en la Casa Blanca del fútbol mundial e hizo un solo gol en la primera
mitad de su primera temporada, lo que es prueba inequívoca que el muchacho de
Majdanpek no era muy del agrado del literato de Las Parejas, Jorge Valdano. Por
este motivo la dirigencia merengue que había apostado por él decidió prestarlo
a Sevilla. Sus días en Andalucía no fueron mas felices para Dejan tampoco,
donde jugó 5 partidos con cero goles, motivo por el cual ni se gastaron en
retenerlo ni un cachito mas.
Para la temporada 96’/97’ había cambios en Madrid,
pero no para Petković. Si Valdano no le encontraba lugar en el primer
equipo, lo lógico hubiera sido que Capello menos. Y así fue, por lo que
Cantabria se convirtió en el hogar de Petkovic por ese año futbolístico.
Defendiendo la divisa del Racing de Santander, el enganche de extracción
yugoslava tuvo un rendimiento parejo desde los números: un gol en 8 partidos,
lo que se puede considerar parejo en comparación a lo que hizo por su paso por
Real Madrid y Sevilla. En El Sardinero no se hicieron mucho problema cuando se
venció el préstamo y así fue que Rambo volvió a Madrid.
Sin lugar en el equipo titular ni en el plantel de
primera y peleado públicamente con el entrenador Capello, era evidente que Petković debía
partir nuevamente hacia nuevos destinos, pero Petković lo tomó
demasiado al pie de la letra.
Bahía Blanca es un estado al norte de Brasil,
famoso por su carnaval, sus playas, su herencia africana y porque no labura
nadie. Desde su capital, Salvador, viajó el EC Vitoria para jugar un amistoso
ante un Real Madrid compuesto por varios jugadores del filial y otros tantos
suplentes, entre ellos Petkovic. En ese momento, el Vitoria venía de terminar
18 en el Brasileirão
anterior, pero tenía cierta banca económica de su main sponsor Banco Excel, por
lo que ostentaba una delantera compuesta por Tulio y Bebeto. Esto tal vez haya
sido aquello que dio impulso para negociar al jugador que tanto los impresionó
jugando para el Real Madrid B: Dejan Petković.
A esa altura al conjunto actualmente capitalista ex
franquista (?) medio que le chupaba un huevo mantener la ficha del yugoslavo en
su poder, por lo que no fue inconveniente esa parte de la negociación. Lo que
era un poco mas complejo era convencer a un jugador europeo, sin ningún tipo de
vínculo con Sudamérica que viniera a esta parte del mundo. Pero el por entonces
vicepresendente del club bahiano lo
consiguió.
Teo Rodríguez Fonseca (El hombre en cuestión)
lo hizo. Teo le explicó que el Vitoria venía de salir campeón, que iba a
incluir una cláusula para volver a Europa cuando él quisiera y sacó de su
bolsillo y puso sobre la mesa un arma de paintball un par de pasajes
aéreos y le explicó que el Papa iba a Brasil y cuando pasaba eso se cerraba
todo y no laburaba nadie, por lo que si decidía ir a jugar allí era ese momento
o nunca mas. Petković tenía reparos, naturalmente. Si todos los jugadores
sudamericanos iban hacia Europa en ese momento, ¿porque el tomaría el camino
inverso que no tomaba nadie? En el apuro
y por motivos que ni él sabe, Petković aceptó. Lo que no sabía era que Vitoria venía de ser
campeón pero del Torneo Bahiano, el poco exigente estadual y que lo del Papa
era chamuyo. Lo de la cláusula se respetó, pero para cuando se dio cuenta de
que lo habían chamuyado, también se dio cuenta, que al menos había vuelto a
jugar con cierta continuidad y que había recuperado la alegría. En ese segundo
semestre del 97’ jugó ocho partidos y convirtió dos goles. No fueron números
espectaculares, pero el sistema vigente en el torneo brasileño de ese entonces,
implicaban que había tenido continuidad, ya que el Vitoria se quedó fuera de la
primer fase por muy poco.
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Jejum |
Al año siguiente, el rebautizado Pechicovichi (?)
volvió a mostrar lo que lo había llevado a ser jugador de selección y del Real
Madrid: Cambio de ritmo, gran control del útil, gran pericia para ejecutarlo en
movimiento, olfato en el área (especialmente al no ser un delantero) y
majestuoso al momento de usufructuar ocasiones de balón parado. Su equipo se
alzó con el torneo estadual y la Copa del Nordeste. Vitoria quedó fuera en la
primera ronda del Brasileirão nuevamente, pero ese fracaso colectivo no reflejó la
contribución individual de Petković, que con 14 goles en 21 partidos fue una de las
figuras del torneo. Para el año siguiente Petković
arrancaría el año como si no hubiese terminado el anterior. Goles en el torneo
estadual (que Vitoria compartió con Bahia en una definición burocrática
bizarra), regional y en la Copa de Brasil (donde fue goleador); todos logros
individuales notables a pesar que el sponsor se había caído y Petković no
cobraba. El serbio era claramente feliz en Salvador, pero en su país las cosas
no estaban bien debido a los bombardeos de OTAN. Esta situación, sumada al
interés que había suscitado su buena forma sostenida hicieron que Petkovic
ejecutara la cláusula de regreso a Europa para ir a jugar a la pintoresca
Venecia. Vitoria no tuvo mas que aceptar la situación, los hinchas incluso
llegaron a abrir una línea para recolectar fondos y retenerlo. Petković hoy
sigue siendo amigo de compañeros suyos allí e incluso del pintoresco Teo
Fonseca.
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Pelota al pie, cabeza levantada |
Petković además de pasear en góndola por los canales y por la
Piazza San Marco, jugó 13 partidos y sacudió las redes en una oportunidad en la
ciudad canalera que no ni es Panamá ni Ámsterdam (?). Para el (a esa altura del
espacio temporal geopolítico) serbomontenegrino, la guerra fue una excusa para estar cerca
de su familia y su país, pero nunca se fue del todo de Brasil. Como bien podría decir cualquier brasilero. Había salido de Brasil, pero Brasil no había salido de él.
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