En la Argentina (aunque parezca mentira) existe la costumbre de mirar afuera, ver una costumbre extranjera positiva (que por lo general suele ser verdad) y potenciarla a niveles no tan veraces y en la posterior comparación, reducir a la Argentina a una verdadera mierda, obteniendo razonamientos cuanto menos falaces. Es así como uno escucha que los uruguayos son sumamente educados porque tienen el secundario obligatorio (la educación no solo se debe a hacer el secundario) y el argentino es bruto, descortés e ignorante, lo pujante de la economía chilena como modelo a seguir, cuando no se considera que es basado en un Estado ausente y apático a las necesidades de la gente, o que los brasileros viven felices todo el tiempo, estereotipo creado por la dictadura militar en ese país. Invito al que piense eso que se tome un bondi en hora pico en Sao Paulo y vea las caripelas o si no puede viajar, que vaya hasta la calle Florida y vea la cara de un gaúcho. Asimismo, cuando se piensa de Inglaterra, del Reino Unido, se piensa en que cunde el respeto en todas partes y en las grandes metrópolis cosmopolitas conviven armoniosamente distintas expresiones culturales, religiosas, artísticas, etc. Tienen sus problemas, si, conviven, también. Tal vez, esto no haya sido así siempre.
Vamos poner lo antes indicado en el contexto de la historia que hemos de narrar. A fines de la década del 70’ Gran Bretaña estaba para atrás. La economía se caía a pedazos y el descontento era generalizado, que reflejaba en conductas como la del movimiento punk, a que su vez, sus miembros apuntalaban a los famosos hooligans, siendo componente fundamental. Aquellos que estaban pasando un momento de cierto bienestar, temieron perderlo y apuntaron a las minorías, mayormente, los asiáticos y negros.
El Black Country es un nombre afectivo para los West Midlands, una de las regiones que componen Inglaterra. Su ciudad mas importante es Birmingham y yace en la zona central del país, al oeste se encuentra Gales y al este están las East Midlands, lo que, a pesar de la falta de imaginación, tiene una lógica demoledora. Es una zona boscosa, donde predomina la industria del carbón, donde el humo negro de esa industria da el apodo que antes mencionamos. Además es el epicentro de muchas manifestaciones culturales alternativas, como el Reggae que a través de los descendientes de jamaiquinos hizo capote (?) allí o el heavy metal, con cuna en Birmingham.
Ahora que ya dentro de lo posible, estamos situados dentro de un contexto cierto, podemos ponernos en magnitud de los logros del objeto de conmememoración. Afuera de la cancha, ya habíamos dicho, proliferaban los hooligans endémicamente. Todos con bases punks e ideologías anarquistas. Menos una barra, los Zulus del Birmingham City, compuestos por negros. No negros cabeza de tacho que van por el paco el pancho y la coca como acá, sino negros descendientes de africanos y caribeños. Estos, forjaron una creciente reputación a puño limpio en las calles aledañas a los estadios ingleses. Dentro de la cancha era un tema un poco mas difícil para los jugadores negros. Era en extremo infrecuente que estos jugaran profesionalmente. Y no porque no se dedicaran ni lo intentaran. Existían prejuicios de los mas variados, que no aguantaban el frío, que era muy hábiles, pero no tenían aplicación táctica ni sacrificio, que eran cabezas de tacho por naturaleza. De todos modos, algunos había, como el antes reseñado Luther Blissett.


Manchester United, Sporting Gijón, Marsella, Leicester y Rayo Vallecano lo vieron pasar sin pena ni gloria. A fines de los 80’ el fútbol inglés fue tomado por asalto por la “Crazy Gang”, denominación usada para los muchachos del Wimbledon, una manga de muchachos pintorescos como por ejemplo, el ahora actor Vinnie Jones, de comportamiento jodón y extravagante que compartían putas, merca y escabio, que jugando un fútbol muy de mierda, pegándole de punta para arriba, pero con una unión de grupo fortalecida por las alegres personalidades que lo componían, sumado a la sensación de injusto menosprecio hacia ellos, ascendieron muchas categorías hasta el nivel mas alto, con un punto culminante en el triunfo de la Copa FA de 1988. Es incomprensible como Cunningham cayó con esta gente, ya que ni su personalidad ni su estilo de juego encajaban allí. Su aporte fue breve y mas bien escaso, ya que la mayor parte del poco tiempo que paso en cancha, vio volar la pelota por sobre su cabeza. Igualmente, logró ser querido por el público y por sus compañeros, como en todos los clubes donde estuvo, independientemente de su desempeño.
El buen recuerdo que dejó en el Rayo Vallecano, le permitió volver. El asalto a la Primera División (Rayo se hallaba en segunda) craneado por los anarquistas de Vallecas, contemplaba la delantera Laurie Cunningham-Hugo Maradona. La temporada fue mala personalmente para Cunningham, pero pasó a ser el héroe cuando marcó el gol que ascendió al Rayo Vallecano a primera. Pasó a la inmortalidad unos días después cuando perdió la vida en un accidente de Tránsito en las afueras de Madrid. Así de abrupto como se narra.
La carrera de Cunningham en si no tiene tanto valor, a pesar de su talento innegable que ganó títulos y jugó en gigantes como el Real Madrid y el Manchester United. Como dice un artículo que anda dando vueltas en la web, 90 años aprox. tuvieron que pasar para que un negro se pusiera la divisa con el escudo de los tres leones y desde ese momento pasaron exactamente solo 25 años para que en una selección inglesa hubiera en el campo de juego mayoría de jugadores negros. Por ahí tuvo algo que ver que un tipo como Cunningham le mostró a todo un país que los negros podían jugar en serio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario