miércoles, 9 de julio de 2014

Por jugar por la izquierda

Como disparador de varios artículos, siempre digo que el fútbol está cruzado por distintas variables del entorno que lo rodea. Y cuando el fútbol es algo tan grande como lo es en Brasil, es imposible entender el fútbol aislado del entorno político-social y viceversa también. Prueba cabal de ello es el quilombo que se armó en la Copa Confederaciones y el malestar con todo lo relacionado el Mundial en la previa del mismo. Y tampoco es un fenómeno reciente ni mucho menos.

La situación política en Brasil a comienzos de los años 60’ era bastante inestable. La renuncia a la presidencia de Janio Cuadros, dejó al próximo en la línea de sucesión presidencial, Joao “Jango” Goulart, en una situación política bastante endeble. Se vio obligado a negociar con distintos sectores políticos y militares a fin de armar un consenso que le permitiera mantenerse en el cargo, pero que a su vez, limitaba tremendamente su capacidad de llevar a cabo sus planes. En 1963 Goulart convocó a un plebiscito para cambiar a un sistema presidencialista, del cual salió victorioso y a partir de ese momento se veía el porque del interés de algunos de limitar su gobernación: Reforma agraria, aumento de impuesto a la renta, mayor control sobre los inversotes extranjeros y una ambicioso plan de alfabetización nacional.
A ese plan se presentaron Zezé y Fernando “Nando” Antunes Coimbra, dos hermanos cariocas estudiantes de filosofía y portadores de un apellido ilustre en la historia del fútbol brasileño. Fernando también era jugador de las inferiores del Fluminense, donde su hermano mayor Zeca ya tenía un poco mas de rodaje profesional bajo el nombre de Antunes.
Finalmente Nando y su hermana y ingresaron como parte del proyecto, pero duró poco tiempo, porque Goulart fue depuesto por un golpe militar, el PNA (así se llamaba el plan de alfabetización) fue disuelto y todos los que participaban pasaron a ser considerados subversivos por el gobierno militar. A su vez eso coincidió con su salida del Flu. Un par de meses con el Botafogo, un par de idas y vueltas y terminó firmando su primer contrato profesional con el Santos de Espirito Santo. Jugó un año, hasta que llegó un entrenador con cargo militar. Nando tuvo que partir con la única explicación viniendo del vice-presidente del club pidiéndole que entienda la situación política del país. Ahí supo que la cosa no sería fácil de ahí en adelante.
No obstante, sus hermanos Edu y el antes mencionado Zeca, ya eran jugadores con mas rodaje y lo invitaron a que se sume a las filas del por ese entonces importante America carioca, donde Edu ya era ídolo y goleador. Fue un año muy bueno para los tres hermanos que componían la delantera del cuadro de Río, pero la historia se repitió: cambio de técnico y sin mayores explicaciones, Nando ya estaba afuera del plantel. De ahí se fue a otro club carioca, Madureira, un club que visitó China y Cuba, dirigido en ese momento por el apropiadamente apodado Esquerdinha. Nando jugó hasta que un día el vicepresidente del club le dijo que podía seguir entrenando y que iba a seguir cobrando, pero no podía ponerlo mas de titular.  Ciertamente, el tema este de la milicada, no le importó al Ceará que vio en Nando una solución para ocupar el puesto a la izquierda del ataque. Y Nando respondió con fútbol: No obtuvo títulos para el equipo, pero su fútbol si atrajo la atención de un par de equipos del otro lado del charco, por eso es hasta el día de hoy que recuerda con gratitud al club blanco y negro del estado homónimo.

Sin saberlo, y pese a su corta edad y la trayectoria ascendente que traía, la carrera de Nando empezaba a terminar. Fernando se iba para la tierra de su padres, Portugal, donde tenía acordado un contrato con el Belenenses. Sin embargo, la bienvenida que le tenían preparada no iba a ser para nada afectuosa.
En principio, le ofrecieron un contrato que era bastante inferior a lo convenido originalmente, por lo que el tema contractual quedó sin resolver, por lo que recibió la visita de la policía paralela comandada por el entonces dictador Antonio Salazar, que le hizo saber claramente que tenía toda la información sobre sus actividades extra futbolísticas, llegando al punto de amenazar con mandarlo a pelear a África por ser hijo de padre portugués en caso de quedar sin firmar contrato. Con la ayuda de la esposa de uno de los dirigentes, Nando huyó de Portugal.

Si la bienvenida lusitana no había sido afectuosa para Nando, el comité de bienvenida en Brasil iba a ser menos amistoso todavía. Una de las primas de Nando era colaboradora cercana de un grupo guerrillero, por lo que la “inteligencia” brasileña armó una redada en la casa de su madre cuando la familia estaba reunida. Allí también estaba Nando, que también era parte del objetivo de la redada (Su hermana ya había salido de Río). La cuestión es que Nando, su prima y el marido cayeron en cana. A Nando lo tuvieron 5 días tirado en el piso, boca abajo, con las manos en la nuca, cambiando de posiciones solo para interrogarlo y torturarlo. Por su parte sus hermanos mas ilustres, Antunes y Edu (a esa altura, futbolistas de muy alto perfil, sobre todo Edu) se clavaron en la puerta del centro de detención pidiendo que los detengan a ellos también, de modo que quien pasaba por ahí sabía que era algo raro pasaba con los Antunes Coimbra. Finalmente fue la presencia de Edu la que “liberó” a Nando de la cárcel ya que el comandante del centro era fanático del América, donde Edu descollaba. Igual, lo devolvieron totalmente desfigurado.
Después de eso Nando intentó volver al fútbol, pero desistió rápidamente para proteger a sus hermanos mas ilustres y al menor que daba sus primeros pasos y sabían que iba a ser el mejor de la familia. Por ahí el daño estaba hecho: Joao “Sin Miedo” Saldanha, destituido poco antes del mundial 70’ había dicho que Edu, goleador a nivel nacional en 1969 estaba vedado de la selección (que tenía intervención militar desde las sombras) por su familia y el latigazo también lo sufrió el hermano menor y a la postre mas ilustre: Artur Antunes Coimbra a.k.a. Zico, que a pesar de ser la gran figura emergente del Flamengo y con un enorme potencial muy evidente, fue marginado de los J.J.O.O. de 1972 en Munich por (se sospecha) los mismos motivos. Eventualmente Zico brillaría de tal manera que su exclusión por motivos extra futbolísticos sería increíblemente burda e incluso perjudicial para el régimen militar (que duraría hasta 1985) y a partir del mundial en Argentina sería eje central del Scratch.

Mientras Zico escribía su historia como uno de los mejores jugadores de su era, estrellas del Calcio Italiano en sus años de oro y mejor jugador de la historia del Flamengo, lo que había vivido Nando permanecía oculto excepto para la gente mas cercana. Solo 40 años después el mismo Nando supo que para el Estado Brasileño era considerado terrorista y subversivo y su situación se haría pública cuando ganó un juicio acogiéndose en una ley de Amnistía para todos los damnificados en ese período. Ante el estupor de la opinión pública por su renombre (al fin y al cabo se trataba del hermano de recordados futbolistas de renombre nacional), explicó que para no perjudicar la carrera de sus hermanos había cosas que no le podía decir ni a la familia, pero que finalmente, se sentía revindicado por que finalmente se había hecho justicia después de todo lo que vivió y todos los reconocimientos que vinieron posteriormente.  


Litros de tinta y horas de aire serán desperdiciados en observaciones moralistas que deporte y política no deben ir de la mano o al menos que el deporte no debe ser usado por la política, para caer luego en el vacío del olvido. Los hechos demuestran indefectiblemente que la política usa al deporte y viceversa también. Y si no es por conveniencia de una manera u otra se van a cruzar. Por ahí sería hora de ver como usa uno al otro en vez de negar la relación.