Como disparador de
varios artículos, siempre digo que el fútbol está cruzado por distintas
variables del entorno que lo rodea. Y cuando el fútbol es algo tan grande como
lo es en Brasil, es imposible entender el fútbol aislado del entorno
político-social y viceversa también. Prueba cabal de ello es el quilombo que se
armó en la Copa Confederaciones y el malestar con todo lo relacionado el
Mundial en la previa del mismo. Y tampoco es un fenómeno reciente ni mucho
menos.
La situación política
en Brasil a comienzos de los años 60’ era bastante inestable. La renuncia a la
presidencia de Janio Cuadros, dejó al próximo en la línea de sucesión
presidencial, Joao “Jango” Goulart, en una situación política bastante endeble.
Se vio obligado a negociar con distintos sectores políticos y militares a fin
de armar un consenso que le permitiera mantenerse en el cargo, pero que a su
vez, limitaba tremendamente su capacidad de llevar a cabo sus planes. En 1963
Goulart convocó a un plebiscito para cambiar a un sistema presidencialista, del
cual salió victorioso y a partir de ese momento se veía el porque del interés
de algunos de limitar su gobernación: Reforma agraria, aumento de impuesto a la
renta, mayor control sobre los inversotes extranjeros y una ambicioso plan de
alfabetización nacional.
A ese plan se
presentaron Zezé y Fernando “Nando” Antunes Coimbra, dos hermanos cariocas
estudiantes de filosofía y portadores de un apellido ilustre en la historia del
fútbol brasileño. Fernando también era jugador de las inferiores del
Fluminense, donde su hermano mayor Zeca ya tenía un poco mas de rodaje
profesional bajo el nombre de Antunes.
No obstante, sus
hermanos Edu y el antes mencionado Zeca, ya eran jugadores con mas rodaje y lo
invitaron a que se sume a las filas del por ese entonces importante America
carioca, donde Edu ya era ídolo y goleador. Fue un año muy bueno para los tres
hermanos que componían la delantera del cuadro de Río, pero la historia se
repitió: cambio de técnico y sin mayores explicaciones, Nando ya estaba afuera
del plantel. De ahí se fue a otro club carioca, Madureira, un club que visitó
China y Cuba, dirigido en ese momento por el apropiadamente apodado
Esquerdinha. Nando jugó hasta que un día el vicepresidente del club le dijo que
podía seguir entrenando y que iba a seguir cobrando, pero no podía ponerlo mas
de titular. Ciertamente, el tema este de
la milicada, no le importó al Ceará que vio en Nando una solución para ocupar
el puesto a la izquierda del ataque. Y Nando respondió con fútbol: No obtuvo
títulos para el equipo, pero su fútbol si atrajo la atención de un par de
equipos del otro lado del charco, por eso es hasta el día de hoy que recuerda
con gratitud al club blanco y negro del estado homónimo.
Sin saberlo, y pese a
su corta edad y la trayectoria ascendente que traía, la carrera de Nando
empezaba a terminar. Fernando se iba para la tierra de su padres, Portugal,
donde tenía acordado un contrato con el Belenenses. Sin embargo, la bienvenida
que le tenían preparada no iba a ser para nada afectuosa.
En principio, le
ofrecieron un contrato que era bastante inferior a lo convenido originalmente,
por lo que el tema contractual quedó sin resolver, por lo que recibió la visita
de la policía paralela comandada por el entonces dictador Antonio Salazar, que
le hizo saber claramente que tenía toda la información sobre sus actividades
extra futbolísticas, llegando al punto de amenazar con mandarlo a pelear a
África por ser hijo de padre portugués en caso de quedar sin firmar contrato.
Con la ayuda de la esposa de uno de los dirigentes, Nando huyó de Portugal.
Si la bienvenida
lusitana no había sido afectuosa para Nando, el comité de bienvenida en Brasil
iba a ser menos amistoso todavía. Una de las primas de Nando era colaboradora
cercana de un grupo guerrillero, por lo que la “inteligencia” brasileña armó
una redada en la casa de su madre cuando la familia estaba reunida. Allí
también estaba Nando, que también era parte del objetivo de la redada (Su
hermana ya había salido de Río). La cuestión es que Nando, su prima y el marido
cayeron en cana. A Nando lo tuvieron 5 días tirado en el piso, boca abajo, con
las manos en la nuca, cambiando de posiciones solo para interrogarlo y
torturarlo. Por su parte sus hermanos mas ilustres, Antunes y Edu (a esa
altura, futbolistas de muy alto perfil, sobre todo Edu) se clavaron en la
puerta del centro de detención pidiendo que los detengan a ellos también, de
modo que quien pasaba por ahí sabía que era algo raro pasaba con los Antunes
Coimbra. Finalmente fue la presencia de Edu la que “liberó” a Nando de la cárcel
ya que el comandante del centro era fanático del América, donde Edu descollaba.
Igual, lo devolvieron totalmente desfigurado.
Después de eso Nando
intentó volver al fútbol, pero desistió rápidamente para proteger a sus
hermanos mas ilustres y al menor que daba sus primeros pasos y sabían que iba a
ser el mejor de la familia. Por ahí el daño estaba hecho: Joao “Sin Miedo”
Saldanha, destituido poco antes del mundial 70’ había dicho que Edu, goleador a
nivel nacional en 1969 estaba vedado de la selección (que tenía intervención
militar desde las sombras) por su familia y el latigazo también lo sufrió el
hermano menor y a la postre mas ilustre: Artur Antunes Coimbra a.k.a. Zico, que
a pesar de ser la gran figura emergente del Flamengo y con un enorme potencial
muy evidente, fue marginado de los J.J.O.O. de 1972 en Munich por (se sospecha)
los mismos motivos. Eventualmente Zico brillaría de tal manera que su exclusión
por motivos extra futbolísticos sería increíblemente burda e incluso
perjudicial para el régimen militar (que duraría hasta 1985) y a partir del
mundial en Argentina sería eje central del Scratch.
Mientras Zico escribía
su historia como uno de los mejores jugadores de su era, estrellas del Calcio
Italiano en sus años de oro y mejor jugador de la historia del Flamengo, lo que
había vivido Nando permanecía oculto excepto para la gente mas cercana. Solo 40
años después el mismo Nando supo que para el Estado Brasileño era considerado
terrorista y subversivo y su situación se haría pública cuando ganó un juicio
acogiéndose en una ley de Amnistía para todos los damnificados en ese período.
Ante el estupor de la opinión pública por su renombre (al fin y al cabo se
trataba del hermano de recordados futbolistas de renombre nacional), explicó
que para no perjudicar la carrera de sus hermanos había cosas que no le podía
decir ni a la familia, pero que finalmente, se sentía revindicado por que
finalmente se había hecho justicia después de todo lo que vivió y todos los
reconocimientos que vinieron posteriormente.
Litros de tinta y
horas de aire serán desperdiciados en observaciones moralistas que deporte y
política no deben ir de la mano o al menos que el deporte no debe ser usado por
la política, para caer luego en el vacío del olvido. Los hechos demuestran indefectiblemente
que la política usa al deporte y viceversa también. Y si no es por conveniencia
de una manera u otra se van a cruzar. Por ahí sería hora de ver como usa uno al
otro en vez de negar la relación.