Hoy vuelvo autorreferencial y traigo una historia de un estadio que visité hace poco y con todas las particularidades que representa ir a ver un partido ahí. Como experiencia en cuanto al recinto y los hábitos en torno al estadio fue inolvidable. La idea no es presentar un texto de calidad (Si sale mejor) si no armar una mesa de café virtual y presentar esto como una anécdota. Comienzo con la aneda.
Desde que supe que podía aprovechar la chance de que el amigo @Matijuz me iba a dejar que me aproveche de su nobleza bancar en el D.F., sabía que tenía que ir. No importaba que fuera a ver un partido o ir de visita guíada (Después de todo, la experiencia en el Camp Nou había sido positiva). Era una peregrinación a un lugar de esos que un tipo como yo no puede dejar de ir nunca.
El primer cruce con el coloso de Santa Úrsula, fue un día martes, desde arriba del Tren Ligero, una especie del premetro mexicano (Aunque después mi tío me dijo que el premetro nuestro en realidad es el tren ligero porteño). El destino era otro, Xochimilco, en la postrimería del recorrido del tren ligero, pero con solo verlo me había quedado manija de entrar, de ver como eran los accesos, que se sentía por dentro, cosa que no había pasado con los otros dos estadios de la ciudad (El Azul de Cruz Azul y el Universitario, sede de Pumas y los Juegos Olímpicos del 68’) que ya había visto desde afuera. Después de todo, sabía que el sábado iba a tener revancha, era cuestión de tener un poco de paciencia y con tanto por ver y por hacer, como hacer para controlar la ansiedad no era un tema que se me pasara por la cabeza.
Llegado el día, tampoco me levanté con mucha ansiedad, no era que me había olvidado ni que había madurado (?), sino que el consumo de cerveza (y algún Branca de contrabando) del día anterior había pasado factura y esos dos Jäger con absenta roja para rematar la faena habían dado por tierra la posibilidad de reacción de cualquier neurona en mi cabeza. Por las dudas, era mas prudente echarle la culpa a la altura y al smog porque la resaca no dobla (?). @Matijuz estaba igual que yo, o al menos eso creo.
Cuando volvimos a nuestros cabales (dentro de la medida de lo posible), nos acordamos que en ese momento jugaba mi Velez contra su San Lorenzo y ya transcurría el segundo tiempo (Muestra del nivel de fisura). Creo que eso todo pixelado y laggeado que estábamos viendo era el partido, hasta que nos hinchamos los huevos y pusimos para escucharlo por alguna radio. Nos dimos al consumo de una pizza de pepperoni bastante decente, que yo pensé que no iba a llegar nunca, debido a la incapacidad del operador para comunicarse con otro ser humano y la particularidad de que el muchacho este @Matijuz vive en un lugar que tiene dirección sobre una calle pero el ingreso está sobre otra calle que hace intersección con la de la dirección, lo cual si le hubiese sucedido a Maradona, le hubiera costado invitar a pelearse a Toresani.
La cuestión es que se acercaba el momento esperado y a medida que pasaban los minutos me iba ganando la ansiedad y las nubers iban ganando el contaminado cielo del D.F.. Los que iban a amenizar mi visita al Azteca eran las Águilas del América y los Camoteros de Puebla a.k.a La Franja de Puebla o Los Franjeados de Puebla. Yo ya había decidido por quien tomar partido. Ámerica representa el capital corporativo de Televisa y su hinchada se cree que todo comienza y termina en ese equipo (Con los matices de la pasión futbolística entre ambas culturas, podría compararse con B*ca) y del otro lado, el rival, es un equipo mucho mas humilde, y mas allá de esa imbécil tendencia humana de ponerse del lado del mas débil (Lanata hubiera hinchado por América porque Televisa es el Clarín Mexicano y es el mas débil), yo había pasado un bonito día en la ciudad de Puebla tres días antes y ya tenía mi casaca franjeada, sin dejar de lado que me causó grata impresión su historia, su arquitectura y principalmente su gastronomía. O sea que fui a aguantar los trapos de visitante al Azteca. En tu cara, Pistola Gamez (?).
Cuando salimos del domicilio dispuestos a ir a tomar un subte, aparece David (uno de los dos grandes tipos que se tuvo que fumar de rebote que @Matijuz me bancara) y nos ofrece ir en su auto, ya que iba con su novia y dos amigos. Íbamos a ser seis en el automóvil, lo cual ante el prospecto de ir en auto y el hecho que no era la primera vez que iba viajar a un estadio en condiciones “precarias no precarias” hizo que no solo no me molestara viajar apretado sino que le agregaba un condimento mas, de no sentirme tan lejos de casa (?). De termocéfalo, nomás.
Llega uno de los amigos, enfundado en una playera del... Puebla. Uno ya sabía de antemano que allá en México no es como acá en Argentina, pero es difícil evitar la aprehensión. No era cagazo, pero supongo que ante el desconocimiento, es lógico y natural preguntarse para sus interiores si tal actitud no es para quilombo. De todos modos me dicen que no pasa naranja y la verdad, debía tener algo de alcohol en sangre, porque ante tanta seguridad en las respuestas y las ganas que tenía este pibe de ir a ver a Puebla sabiendo que iba a sufrir igual, si no tenía la valija hecha (Me fui del D.F. al día siguiente bien temprano) agarraba la franjeada y me la calzaba para ir a la cancha. Pasamos a buscar al otro amigo que resultó ser un Americanista, no tan apasionado, pero ya el hecho de ir con dos tipos con dos remeras distintas a una cancha era algo a lo que uno no puede estar acostumbrado en estos pagos. Llegamos con algo de tiempo al Azteca y si me quedaba algo de aprehensión respecto de la integridad del muchacho este del Puebla (y la nuestra por estar alrededor), se fue a la mierda cuando pasamos por al lado de caripelas con remeras de barras organizadas Americanistas y ni bola. A esta altura me encontraba bastante azorado por todo lo que ya había visto y ni siquiera había contemplado la monstruosidad de ese estadio. Llegamos a la zona de la taquilla y el shock fue total. La gente haciendo una fila larga de manera pacífica y ordenada a falta de 10 minutos que empiece el partido, adeptos de ambos equipos mezclados como si fueran al cine, locales vendiendo camisetas, no solo de Ámerica y Puebla, sino que además había remeras del Tri para comprar y de los archirrivales de las Águilas: Cruz Azul, Pumas y Chivas. Incomprensible. La demora básicamente se debía a que no andaba el sistema, aunque no parecía importarle a nadie, la gente seguía llegando como si nada. Ayudó al rápido ingreso el hecho de que como América ya estaba en Playoffs, en la semana había quedado fuera de la Copa MX y el rival no motivaba, la entrada costaba 100 mexicanos (unos 40 argentinos) en casi todos los sectores del estadio, lo que hacía la asignación de lugares mas ágil. Lo único malo de eso, es que yo soy de los que guarda las entradas de recuerdo y solamente me dieron una cosa blanca que tenía un dudoso “23” manuscrito.
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Puerta 23 |
Nada de cordones policiales, nada de ochocientos cacheos donde te tocan las bolas y te meten el dedo en el ojete ni control de alcoholemia ni el dedo para la averiguación de antecedentes. Solo un cacheo leve de un efectivo policial me separaba de entrar. A todo esto calculo que iban 5 minutos de partido. No escuché una sola chingada (no putean, chingan) para que se apurara el temita del ingreso, ni nada aunque sea un poco mas inocente, ni un “Cabeza de Tortuga” ni nada. Entrás y hay 6 o 7 placas alusivas: “El Partido del Siglo”, “El Gol del Siglo”, dos finales del mundo, historia pura, por si te olvidaste o no sabías todo lo que había pasado ahí. Ya a esta altura iban como 10 minutos del partido. Había que ir a la puerta 23. Para que el lector se haga una idea se entra por el lado de una de las plateas laterales, la puerta 23 está en el centro de una de las cabeceras. Para entrar a alguna de las gradas bajas, hay un molinete para que puedan pasar dos personas al mismo tiempo y se baja por escaleras a un tunel que no es mucho mas ancho. Al ser relativamente estrecho el tunel, no se puede divisar mucho del estadio a medida que se va entrando, pero a mi me distrajeron las 4 o 5 palanganas de porrones de birra con hielo al costado del tunel. Una de las cosas que noté en mi estadía en ese país, es que esté donde esté uno, va a salir gente intempestivamente de la nada. En este caso no terminé de ver el panorama imponente del estadio que ya tenía un acomodador encima. Totalmente al pedo porque al no haber sistema, no había numeración de entradas. Contemplé el estadio y un poco se me puso la piel de pollo. Tras una leve vacilación, tomé ubicación. No pude ver mucho del primer tiempo sinceramente. En primer lugar, porque había llegado tarde, después porque hay una cantidad infernal de vendedores ofreciendo cosas como gaseosas, cerveza, café, hamburguesas, papas fritas y otros snacks variados, golosinas, un vago de Domino Pizza (!), otro con esas sopas chinas instantaneas (!!) que no tienen ningún reparo en pararse delante tuyo, incluso si sos de esos que va a ver el partido con atención (Cosa poco frecuente por esos pagos). El clima en las tribunas no era de aguante, con hinchas de los dos equipos mezclados, pero sin mucho interés en las acciones. Había 20.000 personas, lo que para un estadio como el Azteca, representa marco casi bucólico. Frente a mi, tanto en la bandeja inferior como en la superior había una barra del América que cantaban y trataban de meterle onda, aunque no se hacían sentir. Arriba a mi izquierda tenía la “porra organizada” del Puebla, en una especie de corralito entre rejas y policías, todos debidamente identificados con los colores camoteros y llenando ese espacio. Cuando se hacía un silencio, ellos se hacían sentir con el poco imaginativo grito de “PUEEEBLAAA, PUEEEBLAAA” y recién ahí los Americanistas silbaban y levantaban un poco la voz. El otro momento donde se levantaba la gente era cuando un águila gritaba por los parlantes.
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PUEEEBLAAA, PUEEEBLAAA!!! |
De todos modos, en materia de fútbol no había mucho para ver tampoco. Puebla, como me había anticipado el amigo poblano de David, con el punto se volvía mas que contento y el inconfundible Lapuente paró al equipo en consecuencia, mientras que a Ámerica no se le caía una idea. Lo mas divertido era ver como cuando le pegaban de punta para arriba, por mas fuerte que le dieran nunca se llegaba a ver el cielo, solo se divisaban butacas. Como remate y como analogía de la vida se acabó el vaso de cerveza que había comprado @Matijuz (Yo estaba sin sencillo gracias al Guille Moreno), empezó a gotear. Luego a lloviznar y después se largó a llover. Garrón. Para el entretiempo paró de llover y aparecieron promotoras feas y muñecos gigantes, por lo que aproveché para sacar un par de fotos y todo eso que hacemos los turistas aunque no seamos japoneses. El segundo tiempo fue igual de feo, hasta que se escapó un franjeado por la derecha y su centro encontró un movimiento perfecto de Borja que anticipó a su marca y cruzó un cabezazo que salió sin potencia, pero encontró escasa resistencia en el arquero azul-crema. Lo grité para hinchar las pelotas a los hinchas del América que tenía alrededor y a unos pendejos de un equipo de Béisbol que tenía adelante, pero ni bola. América metió un par de cambios ofensivos y se encontró con el empate con un buen tiro desde lejos de Layún, con un zurdazo bajo fuerte y cruzado, que superó al muy flojo arquero poblano. Esto hizo que se quebrara el partido y tuviera un ida y vuelta mas fluido, pero no alcanzó para matar el embole que teníamos @Matijuz y yo. David estaba un poco mas entretenido porque se había tirado una siesta (!!!!!). Terminó el partido y la salida siguió en la paz de toda la tarde. Además aproveché y me compré en la Tienda Oficial del América la remera de los Xoloitzcuintles de Tijuana (!!!!!!!) que tanto buscaba y sin la participación de @Matijuz no hubiera podido conseguir. Era la frutilla del postre, pero sin la remera estaba hecho igual...
PD del 29/07/2013: Hoy falleció Cristian "Chucho" Benitez, al momento de trascurridos estos hechos narrados antes, delantero y goleador del América y que jugó el partido narrado (De manera floja por cierto). Podemos hablar de lo absurdo del fallecimiento de un atleta de alto rendimiento de tan solo 27 años o de l futuro que tenía por delante, pero es preferible destacar a título personal como alguien que formó parte de un momento díficil de olvidar y enormemente grato para un futbolero como uno. Que Dios lo tenga en la gloria.
PD del 29/07/2013: Hoy falleció Cristian "Chucho" Benitez, al momento de trascurridos estos hechos narrados antes, delantero y goleador del América y que jugó el partido narrado (De manera floja por cierto). Podemos hablar de lo absurdo del fallecimiento de un atleta de alto rendimiento de tan solo 27 años o de l futuro que tenía por delante, pero es preferible destacar a título personal como alguien que formó parte de un momento díficil de olvidar y enormemente grato para un futbolero como uno. Que Dios lo tenga en la gloria.